Mérida.- José Guadalupe Pintor, un boxeador de gran clase, no ponderado en sus inicios, y, desafortunadamente menos aún a pesar de haber sido un campeón mundial sólido en una época en la que el pugilismo aún era serio, sufrió el “nócaut” más fuerte de su vida hace 40 años como hoy.
Y ese “nócaut” se lo dio él mismo, aunque quien oyó la cuenta, o mejor dicho quedó tendido en la lona fue Johnny Owen.
Inconsciente, el hombre con la cabeza de cerillo ya no supo más de sí mismo a partir de entonces.
YA NO SUPO MÁS
Su chip mental ahí se detuvo….y su corazón, mes y medio después, el 4 de noviembre.
De él se decía que era un muy buen tipo, callado, disciplinado y que enaltecía al boxeo con su paso discreto, callado, pero firme y sostenido.
Pintor, a su vez, buscaba reconocimiento y legitimidad tras una cuestionable coronación sobre Carlos Zárate un año antes (03/06/79) como monarca mundial gallo del CMB.
Era algo que le estaba dando trabajo, sobre todo tras perder y ser noqueado (por múltiples cortadas) como campeón (en pelea no titular ante Manuel “Topo Gigio” Vázquez) y sufrir para retener la corona en su anterior defensa en Japón ante el fiero Ejiro Murata (empató en 15).
Con Owen, Pintor se vio poderoso y buen boxeador como siempre lo fue, pero el desenlace final con la muerte del europeo, y sobre todo el dramático nócaut sobre el ring marcaron la gran carrera de quien llegó a ser campeón del mundo en dos categorías…en esa época.
Cuando se habla de Pintor, esa fecha del 19 de septiembre de 1980 en el Olympic Auditorium viene por delante con un asterisco y un crespón de luto que ha permanecido en este lapso.
No es algo que demerite su carrera, por supuesto, pero sí la estigmatizó como resultado de una amalgama de sucesos que nadie, menos él hubiera querido, pero que ahí quedaron firmes en la historia.
(Quedp) Johnny Owen.