Mérida.- El gran entrenador, manejador y, sobre todo profesor boxístico, Don Jesús “Choláin” Rivero falleció esta mañana en su casa de esta ciudad, a los 95 años, poniendo fin a la historia terrenal de un histórico mundial del pugilismo.
Rivero Gamboa estaba acompañado, al momento de fallecer, de su hija Raquel, uno de los dos hijos que tuvo con su esposa, la Margarita Rivero.
El otro, Carlos, falleció años atrás en un accidente vial por el rumbo de Umán.
Ana, persona cercana a Raquel, informó a www.penínsuladeportiva.com, que el deceso ocurrió poco después de las 08:00 horas de este día.
El célebre manejador de algunos de los mejores boxeadores de México, Latinoamérica y el mundo, estaba siendo acompañado por su vástaga al momento de su súbito deceso.
Fue, además de un soberbio profesor y ejecutivo boxístico, una persona en esencia buena, de carácter fuerte, sólido y de no dar marcha atrás en sus decisiones.
Quienes lo conocimos, sabemos que así fue y que era obcedado, terco, pdoría decirse en no dar marcha atrás a lo que había dicho.
Era persona de una sola cara y que tuvo en el orgullo, o, mejor dicho, en el cuidado de su dignidad, quizás la principal divisa de su singular y recia personalidad.
Fue boxeador amateur y profesional en una época en la que coincidió con otros personajes ligados al boxeo como Mario “Pirulí” Martínez Campos y Jorge Omar “Pelón” Fajardo Pérez, caballeros de alto nivel como él.
Huérfano de madre, desde pequeño, e hijo de un padre de buena posición económica, estudió en buenas y prestigiadas escuelas de su época.
Con el tiempo, Don Jesús prosiguió su preparación académica en la Ciudad de México, donde cursó diversas carreras en la Universidad Autónoma de México (UNAM), entre ellas Filosofía y Derecho.
No terminó ninguna de ellas, pero su periplo de esos años en la capital mexicana y en la máxima casa de estudios le permitió adquirir conocimientos y reflexionar en ellos, como muy pocos lo han logrado.
Era un intelectual de enorme, podría decirse, infinito conocimiento, propenso a la corriente ideológica marxista-leninista, de la que era un recurrente lector, platicador y expositor.
Tras entrenar en la Ciudad de México y ver boxeo del bueno en la década de los 40´s del siglo pasado, retornó a Mérida, a hacerse cargo de algunos negocios y propiedades de su señor padre.
En ese ínter, boxeó amateur y profesionalmente en el Circo Teatro Yucateco, donde expuso lo aprendido en la Ciudad de México y en filmes de gente como su gran modelo a seguir: el peso pluma Willie Pep, a quien logró conocer.
Pasado el tiempo, residió algún tiempo en Campeche, para regresar a Mérida, abrir un negocio de aluminio, de donde se animó a ir al boxeo en la Plaza Mérida.
Allá, le fue solicitado hacerse cargo de los destinos de un grupo de jovencitos, uno de ellos, quien llegaría a ser una estrella del boxeo mundial de todos los tiempos: Miguel Ángel Solís.
Tipo estricto, comenzando por sí mismo, aceptó enseñar a Canto con lo que sabía, pero desde su agudo punto de vista en el gimnasio que existió en la Plaza de Toros Mérida.
Para quienes hemos ido al coso de la colonia Reforma y que han entrado por la parte trasera, a un costado de la rampa, donde se dio la gran tragedia de 48 muertos en 1981, hay un acceso, donde todavía se aprecia (o apreciaba hasta hace algunos años), donde había un tablero para una speed ball (o pera loca).
Fue allá, donde inició la relación de la pareja más famosa del deporte yucateco y del boxeo mexicano en la década de los 70´s del Siglo XX.
Desde ese pequeño recinto, debajo de las gradas de la Plaza Mérida, se trasladaron a la arena, adyacente a unos metros, para escribir algunas de las más grandes páginas del pugilismo y del deporte en Yucatán.
Fue allí, donde en enero de 1972 fue presentada la primera pelea por un campeonato nacional (algo en calidad superior a muchos títulos del mundo de ahora), con un triunfo para Canto, que se convertía, así en el segundo yucateco en capturar esa corona.
Y de ahí, como se dice, “para el real”.
Lo demás es historia sabida por todo mundo, incluyendo sus participaciones con boxeadores como Óscar de la Hoya, de quien aquél mismo reconoció que fue como un padre para él.
“Choláin”, para quien esto escribe ha sido el mejor profesor de boxeo, al menos en Latinoamérica, junto con el gigante y ex luchador argentino de “Catch”, Amílcar Brusa, a quien también tuve el gusto de conocer y tratar.
Que en Paz Descanse, a partir de hoy Don Jesús “Choláin” Rivero, aunque por su espíritu inquieto, beligerante, contestatario, ello será difícil…muy difícil.
Y aunque no creía en él, que Dios bendiga a nuestro amigo y mentor.