Con información del gran periodista boxístico argentino, Osvaldo Principi, publicada en La Nación de Buenos Aires.
Buenos AIres.- El ex campeón mundial argentino de boxeo, Miguel Ángel Castellini murió esta madrugada de miércoles a los 73 años, a consecuencia de los problemas que le causó haberse contagiado del coronavirus.
En ella, un pequeño de 12 años, doblegado por la muerte de su madre, no pudo adaptarse a su nuevo hogar ensamblado, con madrastra y otra gente, y se vio forzado a deambular por donde pudo.
Descubrió tempranamente al boxeo como medio de subsistencia y en distintas provincias, como Mendoza y La Rioja, estableció sus propios cimientos.
“El boxeo es la necesidad de ropa, zapatos, casa y comida”. Aquella definición sobre el deporte que transformó su vida nómada en la de un hombre estable y conservador, fue su comprensión definitiva sobre el oficio que le dio una realización personal y social.
Ex campeón mundial de los medianos jrs. (AMB), falleció en esta Capital Federal. Castellini sobrevivió a siete episodios cerebro-vasculares en los últimos cuatro años y sólo su fortaleza natural e impecable estado físico le permitieron sobrellevar tal adversidad.
Últimamente contrajo el coronavirus y, posteriormente, la COVID-19 y murió en el Hospital Fernández de esta urbe porteña.
Su juventud se caracterizó por la búsqueda permanente de espacios y oportunidades.
Alguna vez intentó dejar los guantes para aferrarse a la música, en el rol de “disc-jockey” cuando probó tales en dotes en San Pablo (Brasil), en el primer semestre de 1972.
El boxeo le permitió vivir mil experiencias y en todos los niveles antes del llegar a ser campeón mundial.
En el Luna Park participó de veladas inolvidables. Con su tremendo gancho de izquierda sacó del ring al mexicano Raúl Soriano, en 1972 y se ganó por esa acción el apodo de “Cloroformo”.
En 1973, el mismísimo Julio Cortázar comentó su pelea con Doc Hollyday para la revista “El Gráfico” y a sus profundas críticas respondió: “Cortázar es un gran escritor que ve el boxeo muy mal”.
La pelea en la que ganó el título mundial
Debió probar suerte en Francia e Italia antes de llegar a boxear por la corona del mundo y allí conoció personajes increíbles. Solía decir:
“El actor francés Jean Paul Belmondo era el más cálido y el mejor espectador de pugilismo que conocí en Europa. Vivir en París fue un lujo invalorable”.
Ganó el título mundial mediano junior de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) al derrotar por puntos en 15 rounds al español José Durán, el 8 de octubre de 1976, en el Palacio de los Deportes de Madrid.
Fue campeón mundial en simultáneo con Carlos Monzón, con quien siempre tuvo diferencias personales, y con Víctor Emilio Galíndez, su hermano del alma, que además fue el abanderado argentino en la pelea en la que Castellini obtuvo el título frente a José Durán.
Castellini, a la extrema izquierda, el 12 de diciembre de 1976 en el Luna Park, con Pascual Pérez (centro, quien moriría un mes después) y Víctor Galíndez. De todos ellos, fue el último en fallecer.
El título le duró muy poco y lo perdió el 5 de marzo de 1977, en su primera defensa ante el nicaragüense Eddie Gazo, en Managua, en pleno auge somocista.
Gazo, un sargento de la Guardia Nacional, tuvo todo el apoyo de la milicia en el estadio y entre amenazas y disparos de armas de fuego,en plena pelea, Castellini perdió la corona en una actuación muy pobre.
El público argentino nunca lo perdonó por tal actuación. Quizá tampoco nunca comprendió las sensaciones vividas en aquellas circunstancias.
“Fue un error pelear allí. Y creo que Tito Lectoure cometió uno de los fallas máximas de su carrera llevándome a boxear ahí”.
Nunca más fue el mismo y extendió su carrera hasta el 20 de septiembre de 1980 cuando venció por KO en el noveno round al mismo Gazo, en una pelea de desquite realizada en el Luna Park.
En su carrera, Castellini ganó 73 peleas, perdió 8 y empató 12. De ataque y pegada poderosa, con un gancho zurdo letal.
Ganador de Ramón La Cruz, Carlos Marks, Alberto Massi, Raúl Soriano, James Marshall y Rufino Cabrera, en otros.
“El problema del boxeador consiste en pensar demasiado. Quien lo hace sobre el ring se perjudicará en la pelea”. Solía ratificar este principio como si fuese un legado definitivo.
Por más de treinta años fue un exitoso empresario y director de la Academia de boxeo “Miguel Ángel Castellini”.
En tres sedes porteñas, pero en una de ellas, en la calle Presidente Juan D. Perón 1847, logró un éxito total, con asistencia de alumnos de todos los niveles y con paredes decoradas por casi tres mil afiches.
“El boxeo recreativo es lo mejor para la salud mental de una persona”, aseguraba.
Pulcro, educado, firme y de pocas palabras. Casado, padre de tres hijos y agasajado por el Congreso de la Nación hace una década.
Cultor de una imagen que sintió profundamente y construyó un legado sincero y humano:
Ser un atleta ejemplar para poder ser admirado, mucho más en la calle que arriba del ring. Supo que lo logró, aunque jamás lo hizo público.