Ciudad de México.- 20 años después, Ignacio Beristáin se ajusta el bigote, mientras le calza los guantes a uno de los cientos, quizás ya miles de novatos que ha atendido en más de 60 años de carrera.
El olor a humedad del cuero de los guantes se amalgama con los recuerdos del olor a miedo que él percibió de miles de personas, cuando vio aquél 11 de septiembre de 2001, cómo un segundo avión se estrellaba en una de las torres del World Trade Center, cual cruzado de Ricardo “Finito” López, quien lo acompañaba esa mañana en “La Gran Manzana” neoyorquina.
“Nosotros llegamos a Nueva York justo un día antes, fue un lunes y recuerdo que fueron por mi al aeropuerto y de ahí nos llevaron a Brooklyn (del otro lado del río Hudson) a la inauguración de un gimnasio (de boxeo, claro está).
“Ya luego nos dejaron en nuestro hotel, que estaba justo a tres calles de las entonces dos torres del World Trade Center”, rememoró la leyenda viviente del boxeo mundial en entrevista con www.peninsuladeportiva.com al cumplirse los 20 años de la máxima tragedia del Siglo XXI.
Y añadió: “Ese mismo lunes hicimos el trabajo del día y al amanecer del martes fue el detalle; fuimos al Central Park para la carrera matinal de Ricardo, que iba a pelear en unos días más (con Zolani Petelo en el último combate de su carrera) y regresamos al hotel a bañarnos y a desayunar.
NO FUE UNA AVIONETA, NI SÚPERMAN…FUERON DOS AVIONES
“Y justo cuando terminábamos de comer vimos en la tele las noticias de que aparentemente una avioneta se había estrellado en una de las torres (no oyeron el impacto en su hotel).
“Estábamos cerca y salimos del hotel a la avenida a ver qué ocurría, y fue cuando vimos cómo pasaba un avión y se clavaba con la otra torre, entonces vino la corredera de gente por todos lados y a nosotros nos obligaron a regresar al hotel a resguardarnos y allí estuvimos como hasta las 12 o 13 horas.
MÉDICO Y FOTÓGRAFO
“El que sí se puso abusado de todos nosotros fue el doctor del equipo, Miguel Durán, que se subió a lo más alto que pudo del edificio del hotel y se puso a tomar muchas fotos (fotos que ahora, por supuesto, tienen un valor incalculable)”, añadió preciso, detallista Beristáin.
Vívido, elocuente, con los recuerdos presentes en su mente que ha visto de todo, más que el promedio de cualquier humano en sus 82 años de existencia, el gran mánager Ignacio Beristáin prosigue con el viaje retrospectivo que lo sitúa en aquella mañana, la más confusa y trágica de la era moderna:
“Ya teniendo en claro cómo las cosas estaban y lo que pasaba, ya poquito después nos dieron chance de salir, porque teníamos en verdad una razón, y pues fuimos a buscar un sitio, donde entrenar y tuvimos que hacerlo a pie, porque prohibieron el tránsito de vehículos.
“No podía haber circulación de automóviles, ni nada, sólo los carros de bomberos y con todo eso fuimos caminando por las calles a buscar un sitio donde entrenar, y lo encontramos.
CAOS EVERYWHERE
“Fue una semana de verdadero caos, porque no se sabía qué iba a pasar con la pelea, nuestros familiares no sabían qué sucedía con nosotros y todo era muy problemático, las comunicaciones, todo.
“Y, además no había manera de moverse de Nueva York, ni pensar en volver inmediatamente a México, pues los vuelos fueron prohibidos.
“Ya el domingo, con el anuncio de que todo había sido suspendido, incluso la función de boxeo (programada en el Madison Square Garden), yo volé a Los Angeles, que fue el día en el que reabrieron los vuelos y como todo era un lío, permanecí desde las tres de la madrugada de ese día, hasta el lunes que fue cuando se arregló todo y pude ir hacia California”.
DON KING LOS TRAJO DE UN LADO A OTRO
¿Porqué a California y no a México?, le preguntamos, y él explicó lo que sería un recorrido de miles y miles de kilómetros que, finalmente, en unas horas volvería a llevarlo a la Gran y agraviada Manzana neoyorquina.
“Yo tenía un boxeador en Los Ángeles y tenía que atenderlo, peleaba allí, y tras ese compromiso regresé enseguida a México, a donde ya Ricardo y el resto del equipo habían volado desde Nueva York.
“De repente, Don King llamó y ordenó que volásemos una vez más a Nueva York, porque finalmente la función sí se iba a llevar a cabo a beneficio de los damnificados por los atentados y, así, una vez más fuimos a esa ciudad
TODO CAMBIÓ
Y, así, el equipo encabezado por Beristáin, en el que Ricardo “Finito” López era la estrella, regresó a Nueva York, ya en un mundo nuevo, con medidas inéditas, virtualmente de ciencia ficción para lo que el mundo era hasta antes del 11 de septiembre de 2001.
Revisiones exhaustivas en el equipaje de mano, prohibición para llevar más de 100 mililitros envasados, quitarse los zapatos al entrar a Estados Unidos, chequeo de rayos X, todo lo inimaginable se volvió realidad para el equipo Beristáin-“Finito” que llegaba a la sacudida y aún humeante “urbe de hierro” a cumplir su último compromiso juntos.
La pelea, finalmente sí se hizo, como parte de un programa que fue encabezado por la pelea en la que Bernard Hopkins le quitó el invicto a Félix Trinidad y López se retiró como los grandes, noqueando al sudafricano Zolani Petelo.
Y también parte de un suceso que marcó a Estados Unidos, al mundo y a un pequeño grupo de mexicanos, entre ellos Beristáin, quien aunque parezca increíble, negó que esta experiencia haya sido la más difícil y traumática de su extensísima carrera.
Y HUBO COSAS PEORES