Francisco Brito Herrera, un grande del servicio público y amigo del béisbol
Mérida.- Los que conocimos y tratamos por años al Profesor, Don Francisco Brito Herrera, no podemos menos que lamentar su deceso esta madrugada, víctima, según hemos sabido, de un infarto fulminante.
Ahora, como sucede cuando alguien fallece, siendo una personalidad importante y querida (creo que en muchos él generó esa segunda percepción, pues la primera es automática) un alud de recuerdos llega a la mente.
Si bien no lo conocimos a profundidad, creemos que tenía una parte preponderante de bonhomía y real compromiso social.
Y eso lo comprobamos en las muchísimas veces que accedimos al penal de Mérida, para atestiguar las estrategias de ocupación y esparcimiento a la que los reos tenían derecho, pese a su condición.
Francisco Brito Herrera, visionario del deporte como herramienta para la reinserción social
Ya sea con las Olimpiadas Penitenciarias, con Mundiales de Fútbol, juegos de béisbol con peloteros profesionales, todos ellos con uniformes y medallas incluidas, Don Francisco Brito Herrera siempre vio en el deporte un catalizador de esa chispa.
Una “chispa” que sus “ahijados”, como llamaba a los reos, necesitaban para comenzar su camino a la reinserción social.
Y de todos esos deportes, el béisbol era uno de suma importancia en esa estrategia.
Ello lo pudimos constatar el sábado 20 de febrero de 2016.
Ese día, la prensa fue avisada de que el gran Juan José Pacho iba a asistir a una actividad con reos a quienes en muchas ocasiones previas enseñó, más que a jugar béisbol, los puntos finos de ese deporte.
Aquél sábado, Brito Herrera dispuso el ingreso de Pacho al penal, donde ya, adentro, lo recibió y platicó con él, como ya muchas veces había sucedido.
Luego de atravesar los pasillos y el área administrativa del recinto, Juan José Pacho salió a los patios, en donde en la parte posterior, hay un campo deportivo bastante grande en el que los reos compiten y se solazan.
Juan José Pacho, el amable
Allá convivió con ellos, los saludó en las gradas y hasta repartió implementos deportivos, como pelotas y guantes.
Menú con castakán, puyul, chicharra, chile habanero y refrescos
Luego, convivió con funcionarios, con los reporteros y con el propio Francisco Brito Herrera.
Generoso, don “Pancho” Brito dispuso un real banquete con una gran “chicharreada” con castakán, “cáscara” y “puyul”.
Además, salsas, repollo, chile habanero, limón y kilos de tortilla.
Ahhh, y también varias cajas de refrescos y ninguna “bebida espirituosa”.
Brito Herrera ya tenía, para entonces, 20 años al frente del penal de Mérida, al que llegó, luego de una revuelta, en febrero de 1996.
Dicha recuelta terminó con el período de otro profesor, como él, llamado Miguel Ángel González, colaborador cercano, también como él, del insigine gobernador, Don Víctor Cervera Pacheco.
Historias de reportero
En ese mes de febrero, los lideratos de dos reos, unos llamado “El Candil” y el otro “El Mapa”, hicieron que ambos chocasen dentro de esa prisión.
“El Candil” mató a puñaladas al “Mapa” (tenía la cara como un mapa, llena de cicatrices) y ello generó una revuelta, un motín que fue el último en el penal.
Luego llegó “Pancho” Brito.
Quien esto escribe, tuvo la oportunidad, varias veces, de conocer, platicar y hasta ser atendido por el propio “Mapa”, sin saber quien era.
Ello sucedió en la década de los 90, cuando ese reo iba al parque Kukulcán, bajo la supervisión de un alto funcionario penitenciario de esa época, muy aficionado al béisbol, quien después de los juegos lo regresaba al “Hotel”, como él llamaba a la “peni”.
Tras ser asesinado, ya supe y supe muy bien quien era el callado, aunque amable caballero que muy seguidamente me llevaba refrescos y hasta tortas y kibis a mi asiento, a petición de aquél funcionario, también ya ausente para siempre.
Ahora, muchos años después y con los protagonistas de ese episodio ya fallecidos, puedo publicarlo.
Vaya historias que uno vive como reportero.
Y que Don Francisco Brito Herrera Descanse en Paz.