Mérida.- Península Deportiva no quiere dejar pasar el día sin recordar el nacimiento, hoy, hace 70 años, de uno de los más grandes deportistas y, claro, por supuesto, boxeadores nacidos en Yucatán.
Guadalupe “Lupe” Madera, quien vino al mundo hace siete decenios, como hoy, fue, no el más talentoso, pero sí uno de los más esforzados deportistas, cuya capacidad, que llegó a ser bastante, se vio coronada por un compromiso consigo mismo que le redituó un sitio en la historia.
Fue el “Señor Constancia”.
Se sobrepuso a fracasos durísimos, a injusticias, al hecho de ser siempre el sparring de los mejores del mundo, y a estar bajo su sombra; bueno, incluso a “Cronos”.
Fue un caso perfecto de superación que terminó siendo un ejemplo de lo que se puede ser con confianza en sí mismo, en no prestar atención a lo que dicen de uno y sí a ese “amiguito” que dentro de la cabeza te dice que sigas adelante.
Venido del interior del estado, “Lupe” Madera halló en Mérida el escenario idóneo, que él con su esfuerzo convirtió en perfecto para convertirse de en un jovencito común y corriente, en un hombre de bien, famoso, o mejor dicho, famosísimo en su tiempo y con buena estabilidad económica.
Tras iniciar una carrera sin indicios de que fuera a ser una estrella como lo logró, “Lupillo” fue colocándose poco a poco entre los mejores novatos de la península, pero sin ser alguien del otro mundo.
Nombres, que poco a poco “sonarían” en la mente del aficionado, como los de Ranulfo Cano, Gonzalo “Zurdo” González, Virgilio Estrella y Freddy “Chato” Castillo, se cruzaron en su camino.
A algunos les ganó, con otros perdió, pero fueron parte del aprendizaje y del camino que le dio capacidad y moldeó su carácter, su temperamento para lo que vendría, luego de su debut en enero de 1972, con apenas 19 años cumplidos.
Tras “dar el ancho a nivel local”, “Lupillo” comenzó a pelear allende la península, y en su décima pelea, fue a Villahermosa, donde fulminó al “Rayito” de Izamal en cinco rounds.
Luego, ya de lleno en la mejor época del boxeo local, con el primer campeón mundial ya sentado en el trono, recibió la oportunidad de enfrentarlo en Cozumel en su pelea 13, siendo noqueado técnicamente en nueve rounds.
Con esa experiencia y habiendo sido incorporado al equipo de Canto, por su manejador, Don Jesús Rivero, “Maderita” comenzó a subir por la espuma que Canto generaba alrededor suyo, bañándolo todo de éxito.
“Choláin” Rivero creyó en él, viendo sus avances y su capacidad y disposición de aprender y le dio la oportunidad casi soñada: la de enfrentar al campeón del mundo, aunque en una pelea no titular: el panameño Jaime “Cieguito” Ríos. monarca en la versión de la AMB.
Ríos lo superó sin asomo de duda en el parque Carta Clara de Mérida, pero Madera dejó evidencia de que podía competir a nivel internacional y lo confirmó en su siguiente pelea, que fue su primera en el extranjero, en Venezuela, donde derrotó y noqueó a local Luis Mata.
Así, fue manteniéndose en ese nivel, pero sin poder sobresalir, sin sustraerse del imán que tenía junto a sí mismo, llamado Miguel Canto y que si bien atraía éxito, gloria y dinero, solo los veía pasar por encima.
Diferencias empezaron a asomar con Rivero, quien pese a todo lo seguía dirigiendo y llevando a participar en las mejores funciones del mundo en todos lados.
Así, Tokio, Caracas, Santiago de Chile, Lima, Los Ángeles, Houston, entre otros destinos, formaron parte de su itinerario hacia la gloria.
Tras romper, a finales de la década de los 70´s con Rivero, y quedar al garete, tuvo un bajón, cuyo escollo más notorio fue el espantoso nócaut que recibió a manos de ese criminal con guantes que fue el hidalguense Cándido Téllez (solo Dios sabe porqué no fue campeón del mundo, pero de los de verdad, de aquella época).
Téllez, con una combinación precisa, rematada con un gancho, lo dejó inconsciente sobre la tarima de la Arena Coliseo, dejando la impresión de que si bien, “Maderita” no estaba “listo”, ya con ese brutal revés y sin la ayuda de Rivero y cia. iba a empezar a ser escalón de otros.
Pero no.
“Lupillo” se fajó los pantalones y ya con otro Rivero (Edilberto) en su esquina y el apoyo del sr. William Abraham Dáguer, comenzó a subir la cuesta.
El primer paso fue la revancha con Téllez, a quien ofreciendo una de las mejores exhibiciones de boxeo, técnica, decisión y sobre todo concentración, le dio una lección sobre el ring del parque Carta Clara (hoy Plaza Sendero), para vencerlo por clarísima decisión en 10 episodios.
Así, tras algunos otros reveses con gente de primerísimo nivel, como el guanajuatense Germán Torres, recibió la primera oportunidad por el campeonato mundial, viajando a un sitio al que ya había ido repetidamente como sparring, pero en el que jamás había peleado: Japón.
La tercera, en julio de 1983, no dejó de ser escandalosa, pero tuvo un final justo, pues Madera finalmente ganó el campeonato mundial, para convertirse en el quinto monarca del orbe yucateco y tercer minimosca de México, luego de Freddy Castillo y Pedrito Flores.
“Lupillo” hizo una defensa exitosa y perdió la corona en la segunda exposición de una forma inexplicable, pues dejó el trono al ser noqueado hacia el final del pleito, en mayo de 1984 en Caracas, por el dominicano Francisco Quiroz al que incluso ya había derribado.
Fue su ultima pelea…ya no quiso saber más del boxeo activo, después de eso.
Madera no se alejó del boxeo, pero si de boxear y con lo que ganó, que no fue poco, pero que tampoco fue una fortuna, tuvo una buena vida, de trabajo, sí, pero tranquila, más que decorosa.
Y así se la llevó, hasta que el 3 de diciembre de 2005, 14 días antes de su cumpleaños 53, un absurdo suceso le bajó el switch para siempre.
Hoy lo recordamos con mucho gusto y con añoranza, por los tiempos de los que fue protagonista y parte de una pléyade de estrellas que aún siguen brillando. (quepd).