Rubén Olivares
Mérida.- El mundo del boxeo celebra y conmemora este viernes el 75 aniversario de la llegada al mundo de uno de los principales ídolos del deporte y del boxeo en este país, que a más de tres decenios de su retiro sigue siendo recordado por quienes pudimos verlo y es una especie de súperheroe popular, muy a la mexicana en esta época de las redes sociales.
Conocido como el “Púas”, por su singular corte de pelo que hizo juego con su personalidad traviesa, pícara, desenfadada y a veces entre ingenua e infantil, Rubén Olivares llegó al mundo hace 75 años como hoy, un martes, para una vida que le deparaba siempre estar con la guardia en alto.
Parte de una familia prototípica del boxeo, Olivares luchó desde temprano ejerciendo diversos oficios, entre ellos el de la albañilería, con su padre, para poder subsistir.
Y en esa lucha, que implicó peleas callejeras, llegó un día al boxeo y no pudo hacerlo en mejor lugar y con nadie mejor que con Arturo “Cuyo” Hernández.
Hernández, y sus entrenadores supieron pulir ese diamante y sacarle aristas y brillo que pocos, muy pocos mexicanos habían tenido hasta esa sexta década del siglo XX en la que comenzó a llamar la atención tras ser continuo ganador del torneo de los guantes de oro.
Así, en enero de 1965, el día 4, poco antes de llegar a la mayoría de edad, debutó profesionalmente en Cuernavaca, noqueando a Isidro Sotelo, para iniciar una de las carreras más impresionantes en los tiempos en los que el boxeo no era show, ni mercadotecnia. Era un deporte legítimo al 100 por ciento.
Sumó 27 triunfos en la misma cantidad de peleas, con 26 nócauts, antes de ceder un empate con Germán Bastidas. Luego, siguió con una hilera de éxitos que lo llevaron a la pelea por el título del mundo con una marca de ensueño de 53 peleas, con 52 éxitos, un empate y 51 de esos triunfos, por la vía del “sueño forzado”.
Esos eran los tiempos en los que había que pelear y ganar decenas de veces para ganar un título del mundo, a diferencia de ahora, cuando con ocho peleas ya son “campeones en cinco distintas divisiones”.
LA PRIMERA CORONA
Ante Lionel Rose, dio una lección de pelea para sumar su nócaut 52 y la primera de las cuatro coronas del mundo en dos distintos pesos.
Ciertamente, ya en la cima, su carrera no fue la misma, comenzó a ser como él, veleidosa, dando una de cal y otra de arena, por lo que no hizo “huesos viejos” en ninguno de esos cuatro reinados en las divisiones gallo y pluma.
La disciplina que lo catapultó como uno de los más grandes prospectos del mundo entero, se desvaneció ya estando en la cima y comenzó a ganar y a perder peleas, priorizando sus “deberes” en la farándula y con la “dolce vita”.
EL INICIO FORMAL DEL FIN
Tuvo una última, tercera oportunidad por el campeonato mundial pluma ante el gigante panameño Eusebio Pedroza, pero éste lo mandó a “dormir”, bajándolo para siempre de la ruta campeonil.
Así se fue, poco a poco bajando las revoluciones de su carrera, hasta que a mediados de los 80´s fue exhibido por un boxeador de tercera clase (Ignacio Madrid), que trapeó el ring con él, para dejarle en claro que ya nada tenía que hacer en las tarimas.
Su marca fue de 105 peleas en 23 años (1965-1988) de actividad, con un total de 89 éxitos, 79 de ellos por nócaut, 13 reveses y tres empates.

A la extrema derecha, con puro grande como Alfonso Zamora, José Medel (quepd), Enrique García (quepd) y Rodolfo Martínez.
CAMPEÓN DE LA IDIOSINCRACIA MEXICANA
Su máximo logro no fue ninguno de los cuatro campeonatos mundiales que ganó en dos divisiones (gallo y pluma), sino el cariño de la gente que lo convirtió en un ídolo mitológico, con raíces profundísimas en el corazón y simpatía de los mexicanos.
¡¡Felices 75 años CAMPEÓNAZO!!