Con información del gran periodista chiapaneco, Don Enrique Kerlegand Tovar.
Ciudad de México.- Cuando se recuerdan a las figuras de la LMB siempre se piensa en Héctor Espino, Jorge Pasquel, Beto Ávila, etcétera, pero casi nunca se menciona el nombre de Julio Molina.
Y es justo, incluso necesario mencionarlo en esta fecha en la que nació, un día como hoy, hace 130 años en la aún blanca, apacible y siempre beisbolera Mérida.
El yucateco fue un pitcher muy especial, que recibió poca publicidad y para colmo falleció en el año de 1952, cuando Jorge Pasquel abandonó aquella época de inédito enorme apoyo al béisbol, iniciada en la década anterior, apagándose, así, esa gran etapa.
Cuando Julio Molina empezó a demostrar sus facultades, un historiador de aquella época, llamado Juan Usó Muñoz, “El Chivo de Halachó”, lo llamó el “Diamante Blanco”, porque en Cuba hubo un gran pitcher que fue apodado “El Diamante Negro”, cuyo nombre correcto fue José Caridad Méndez.
SUS NÚMEROS NO APARECEN EN LA ENCICLOPEDIA DEL BÉISBOL MEXICANO
Ignoramos porqué la carrera de lanzador de Julio Molina no fue investigada, no aparece en la Enciclopedia del Béisbol profesional mexicano.
Se decía de él que cada 20 victorias perdía un juego, un cálculo hecho con la aportación de los historiadores como el “Chivo de Halachó”, que fue su principal admirador y gracias a estos personajes está en el Salón de la Fama del Beisbol Profesional Mexicano.
Este recinto mexicano fue apoyado por el grupo de historiadores que vivían en México, ellos fueron don Manuel Oliveros, José Luis Juárez, Miguel Oropesa, Manuel Muñoz, entre otros.
AMBIDIESTRO
Varios de los mencionados viajaron en ese tiempo y los vieron jugar. Por ejemplo, hablaban de Julio Molina que en una ocasión lanzó en el parque de beisbol “Franco Inglés de la Ciudad de México, las primeros cinco entradas con el brazo derecho y las últimas cuatro con el brazo zurdo.
Fue una blanqueada contra un combinado que se formó para comprobar mucha de la leyenda que obtuvo Julio Molina quien llegó a Yucatán en 1910 y se retiró en 1925 por una razón.
Molina y el cubano Camilo Pujadas escenificaron uno de los grandes duelos que se recuerden y sucedió el año de 1910. La gente de Yucatán recuerda aquel duelo de pitcheo que finalizó por límite de tiempo y por oscuridad. El juego terminó 0-0 en 16 entradas.
Es recordado como el mejor pitcher que ha tenido Yucatán. Por supuesto y se quedan cortos. Un hombre que siempre estuvo necesitado de trabajar, así fue como falleció en 1952, cuando trabajaba como empleado en un aserradero de la zona de Tizimín.
Desde niño acostumbraba tirar naranjas de los árboles a punta de pedradas, lo que lograba con buena puntería y por ello la gente aprendió a identificarlo desde esa su temprana infancia.
Una infancia desde la que se proyectó a hacer cosas maravillosas con ese brazo tan fuerte que Dios le dio y gracias al que sigue siendo recordado 130 años después de haber venido a este mundo y 70 después de haber partido del mismo.