Montecarlo.- El boxeador oriundo de la Ciudad de México, Adrián Curiel, se convirtió esta noche, aquí, en campeón mundial minimosca de la FIB, al vencer de manera por demás contundente y categórica al hasta este día invicto sudafricano Sivanathi Nontshinga, por nócaut técnico en dos episodios en el fastuoso y legendario casino de esta ciudad.
Fue un triunfo inusual del mexicano, quien solo había logrado cuatro nócauts en 28 peleas previas, valiendo el de esta noche, más que todos sus 23 triunfps previos.
Curiel no demostró pánico escénico ante el fastuoso escenario y la magnitud de la pelea en su primera salida al extranjero y aprovechó un craso error defensivo del africano para acabar la pelea antes de los cinco minutos de acción.
Aún en el primer minuto de ese segundo asalto, Nintshinga cometió el error de retroceder sin tirar golpes o estirar la mano y dejando un hueco en su guardia, con la mano izquierda abajo, tras tirar un golpe, recibió el golpe que acabó el pleito.
Curiel aprovechó el momento precisó en el que el aún campeón tiró la izquierda, para soltarle un recio, seco volado de derecha, que lo mandó como tabla a la lona, con parte del cuerpo fuera del ensogado.
Allá, la réferi estadounidense Sparkle Lee lo vio y decretó, correctamente, el fin de la pelea que representaba la segunda defensa de Nontshinga.
Aunque el campeón llegó a reaccionar a la mitad del conteo, era evidente que, en caso de haberse reincorporado, solo iba a ser una víctima propicia para su desafiante.
Tras el final, el norteamericano celebró su triunfo y su campeonato mundial gritando y de rodillas sobre el centro de la tarima, en espera de que el anunciador David Diamante hiciera oficial su triunfo.
El triunfo permitió al ahora nuevo campeón del mundo, mejorar su récord a 29 peleas, 24 de ellas ganas, apenas cinco por nócaut, incluyendo la de esta noche, con un empate.
Paradójicamente, había ganado el título hace poco más de un año en Hermosillo, Sonora, México, al vencer por cerrada decisión al tijuanense Héctor Flores.