Mérida.- Quien mejor lo retrató fue el ya fallecido manager jalisciense, Julio Cardona, que a llegar a Mérida en marzo de 1993 dijo al verlo: “Acepté venir otra vez (a esta ciudad) sólo por “Fayo”, si me hubiera llamado “Beto” Eljure, no sé.
“La verdad es que me da el mismo dinero que el “Turco” (Eljure Sesín), pero con “Fayo” da gusto tratar y con Eljure la cosa es más difícil”, afirmó el bigotón tapatío quien en Gonzalo Solís Domínguez reconocía a un hombre bonachón y en su socio (quepd) al lado áspero de esa mancuerna, quien hacía sufrir al que fuera a la hora de negociar una bolsa.
Para quienes lo conocimos y apreciamos, Don Gonzalo “Fayo” Solís, de cuyo fallecimiento se cumplen hoy 15 años, ya se había ido físicamente desde hace cerca de dos años, previo a su muerte, cuando la edad y la diabetes lo privaron de la conciencia.
Sin embargo, su corazón se mantuvo haciéndole el “bending” y el “rolling” a la parca, que, por fin, lo noqueó la mañana del viernes 12 de septiembre de 2008, para dar fin a su historia terrenal e inicio a su leyenda.
Una leyenda que será, quizás no imposible de imitar, pero que difícilmente alguien de los que hoy vivimos podrá volver a ver y porque lo conocí, y muy bien, no tengo empacho en afirmarlo.
No se ve quien pueda llenar los zapatos como hombre de boxeo y la lucha a este singular y afable ser que siempre respetó y pagó acuerdos pactados, con boxeadores y con proveedores (no tenía la fea costumbre de hoy día de rayarlos), sea como promotor, empresario, o matchmaker.
Su agonía, prolongadísima, injusta, pero que afrontó con entereza e increíblemente con buen humor (comúnmente se despertaba, en sus buenos tiempos, con un chiste colorado nuevo y hasta llamaba desde el número 9999-23-35-63 (ya en desuso) para contarlo), lo constituyeron en un ejemplo humano de afrontar el fin de la existencia con aplomo y dignidad.
“Fayo” Solís Domínguez, quien hizo virtualmente de todo en el boxeo, desde taquillero, acomodador de sillas, boxeador, réferi y anunciador (cuando agarraba un micrófono, no lo soltaba), tuvo una trayectoria de alrededor de 70 años en el boxeo, principalmente desde la década de los 30 del siglo pasado.
Conocido como Baby Carpentier, en honor del boxeador francés que peleó con Jack Dempsey, conocido como la “Orquídea” (aunque a él le decían de broma el X´canlol del barrio de Santiago), fue un boxeador de bajo nivel y que decidió retirarse al cabo de 15 peleas, la última de ellas, ante Ambers “Torro” Vargas, que lo noqueó.
Luego de ello, siguió en el mundo del boxeo como “second”, entrenador y promotor, actividad en la que se inició en 1945 y en la que fue considerado un auténtico “mago” que podía presumir de jamás habérsele caído una función por falta de algún boxeador.
A fines de los 60 se asoció con Eljure Sesín, con quien escribiría la primera página del capítulo más glorioso del deporte en Yucatán y del que la estrella principal fue el mejor boxeador mexicano de la década de los 70´s: Miguel Canto.
La mancuerna Eljure Solís o Solís Eljure creyó en Canto desde los inicios de su carrera y junto con su manejador Jesús “Cholaín” Rivero lo impulsaron al campeonato nacional.
Posteriormente, contribuyeron junto con el representante de boxeadores también yucateco, Rafael Mendoza Realpozo a convertirlo en campeón del mundo el 8 de enero de 1975 en Sendai, Japón, ante Shoji Oguma.
A partir de entonces, Canto se enfiló a una campaña por cuadriláteros de todo el mundo que lo llevaron a hacer 15 exposiciones, imponiendo un récord mundial de su división, a ser considerado hasta hoy, por muchos expertos de distintas latitudes, como el mejor de su peso en la historia de la humanidad.
Asímismo, a ser designado por la Comisión de Box del Distrito Federal, el mejor púgil mexicano de los 70 en una época en la que el peninsular compartió créditos con gente como Rubén Olivares, Alfonso Zamora, Carlos Zárate, Pipino Cuevas y José “Mantequilla” Nápoles.
Por las promociones en las que “Fayo” estuvo involucrado, pasaron púgiles como Nápoles, el venezolano Betulio González, el argentino Santos Laciar, los japoneses Jiro Takada, Susumu Hanagata y el chileno Martín Vargas, entre otros extranjeros.
También, los mexicanos Gabriel Bernal, Raúl “Ratón” Macías, “Memo Valero”, Carlos Malacara, Eddie Cerda, Rafael Márquez, Daniel Zaragoza, Manuel “Pulgarcito” Ramos, Rafael Herrera, Rodolfo Martínez, Guty Espadas padre e hijo y una pléyade de grandes, desde “Kid Azteca” (40´s), hasta el nuevo siglo.
Era conocido por ser un viejo zorro de la promoción, maquiavélico en los negocios, faceta que ocultaba con su buen y singular carácter que le granjeó amigos en todo el mundo, como el también fallecido promotor venezolano Rafito Cedeño, recordado por su inmensa humanidad, pues pesaba no menos de 150 kilos.
Entre sus bromas, “tacos más, tacos menos”, “Fayo” contó una vez a este periodista que Cedeño, apoderado de Betulio González, se comió de una sentada 40 tacos de cochinita y tres horchatas en el mercado de Santa Ana, a donde lo llevó.
”Maaare, me llevó al baile el gordo ese, pues allá gasté lo que gané en el negocio que hicimos”, comentó entre risotadas, al recordar el esférico promotor venezolano.
Elocuente, vivaz, siempre tenía el chiste en la punta de la lengua y en ello se esmeraba principalmente para poner cualquiera de las decenas o cientos de motes que impuso como “Kid Mono”, “Kid Panucho”, “Kid Copetes” o “Kid Papas”.
Particularmente recuerdo que en el año de 1990 cuando me daba información de una función en la arena San Juan y al no hallarle apodo al rival del boxeador Luis Miss de nombre Juan Canché, dijo: Miss va a pelear con Juan, Juan, Juan. . . el “Bum” “Bum” Canché, lo que se le ocurrió en ese mismo instante.
El apodo era un “fusil” de aquel gran peso ligero italo-estadunidense, campeón del mundo, Ray “Bum “Bum” Mancini y por su conjugación de lo maya y gringo, causó una risa, a quien esto escribe, que hasta ahora le hace recordar ese momento.
Pero el animal se le salió de control a “Fayo” y aunque lo tenía amarrado con una soga, comenzó a dar de brincos en las cuerdas e hizo huir del ring a Kid-Mono que sólo regresó, hasta que su “primo” volvió a su jaula, causando, en tanto, las risas a “mandíbula batiente” y “trompetillas”, de los aficionados que veían correr alrededor del ring al singular promotor detrás del “macaco”.
Una más: la última. Cuando recién decidió el entonces alcalde, Xavier Abreu Sierra (1998-2001) designar a José Mansur en la comisión de box y no darle más continuidad en ese cargo a quien estaba en ese cargo, “Fayito” tuvo la ocurrencia, en medio de la fiesta de despedida al segundo el 25 de julio de 1998, de traer un mariachi y pedirle:
“Fayo” Solís, quien fue pelotero de pueblo y laboró en la policía, como su hermano Rafael “El Chivo” (quepd), trabajó pasados los 80 años de edad, y fue también conocido ampliamente en el mundo de la lucha libre.
En el pancracio, “Fayo” Solís logró, como en el boxeo, las mejores entradas en la historia de ambos espectáculos en el sureste del país, con miles de personas fuera de las arenas.
Un aspecto casi desconocido de “Fayo” Solís es que tenía fobia a conducir desde que se metió con su carro al Hotel San Luis en los 50´s o 60´s.Desde entonces, contrataba choferes o taxistas para moverse, o en “democrático camión”.
Tras su muerte, los únicos promotores mexicanos de la vieja guardia que sobrevivieron un tiempo fueron el bajacaliforniado Nicolás Rodríguez y el chiapaneco José Raquel Coutiño, conocido como el “Turipache” y que mantuvieron por años estrecha relación con su fallecido colega yucateco por el que agradezco a Dios haberlo conocido. (JCGC septiembre de 2023).