A continuación, presentamos, amigos aficionados, un trabajo con motivo de la reciente muerte del siempre bien recordado ex alcalde de Mérida, Don Herbé Rodríguez Abraham, quien como aficionado al béisbol tuvo la oportunidad de asistir a grandes eventos, uno de ellos, quizás el más grande de la historia de ese deporte, cuando Don Larsen tiró el primero y, hasta ahora, único juego sin hit, ni carrera, perfecto en la historia del Gran Circo en Series Mundiales en 1956.
La entrevista data del año 2008 y se la hicimos al muy querido y afable político-empresario-deportista, con motivo del cierre definitivo del Yankee Stadium original en ese año, en sus oficinas que estaban en un discreto edificio, a espaldas del Banco de México, en el Paseo de Montejo.
Fue transmitida nacional e internacionalmente, en su momento, para una agencia internacional de noticias para la que trabajabamos antes de abrir península deportiva en 2010.
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Por Juan Carlos Gutiérrez Castillo. Corresponsal.
Mérida, Yuc., 23 Sep (Notimex).- Ex alcalde de Mérida, pelotero aficionado en sus años mozos y yucateco ejemplar, Herbé Rodríguez Abraham tiene motivos de sobra, más que casi cualquier mortal, para lamentar el cierre del Yankee Stadium, donde atestiguó y fue parte de algunos de sus capítulos.
En entrevista con Notimex, el reconocido hombre de béisbol ofrece su punto de vista sobre el final de este ícono, quizás el máximo recinto del deporte mundial, donde le tocó vivir el más grande suceso en la historia de ese estadio y de la “pelota caliente” en 1956: el juego perfecto de Don Larsen contra los Dodgers, entonces de Booklyn.
Sin decirlo abiertamente, Rodríguez Abraham reprueba el cierre y próxima demolición de la casa que Babe Ruth construyó y que la modernidad derrumbará: “Creo que la actual generación no le está dejando a las próximas ya no digamos testigos de la historia, sino identidad, he allá el principal problema que le veo a esto”.
Con los boletos en mano de aquella Serie Mundial de 1956, incluido el del quinto juego (el de Larsen), añade: “Se trata de que están acabando con algo que no es propiedad de uno, sino de todos y que por décadas, generaciones representó las ilusiones, esperanzas y sueños de millones y millones, sobre todo de niños y jóvenes que ansiaban verse allá algún día.
Una ilusión que el entrevistado cumplió a los 20 años, cuando siendo estudiante de Ingeniería Civil y cátcher de equipos amateur, recibió un domingo de su madre la noticia de que lo invitaba a presenciar la Serie Mundial de ese año entre los Yanquis y los Dodgers.
“Salimos en una excursión de Panamerican (aerolínea desaparecida) a La Habana , de allá a Cayo Hueso, Florida, donde a bordo de un camión atravesamos un puente de madera que nos conectaba a Miami y de allá hicimos tres días y dos noches en carretera hasta Nueva York.
Ya en Nueva York y tras ser testigo en el camino de la segregación racial con restaurantes y zonas para negros y blancos, nos hospedamos en el hotel Washington, donde nos enteramos que no teníamos asegurados los boletos a los dos primeros juegos en el Ebbets Field, aunque sí los que se fueran a jugar en el Yanqui Stadium.
Agregó que el primer juego, programado para el martes, se suspendió ya iniciado y antes de ser oficial, lo que, sostuvo, influyó en que Larsen entrara a la rotación de abridores en la que no estaba considerado por el manager Casey Stangel.
“El día del juego perfecto, el domingo 8 de octubre de 1956, último partido de la serie a disputarse en el Yankee Stadium estábamos sentados en la tercera fila del jardín derecho y vimos saltar al terreno a Larsen y a su contraparte de los Dodgers Salvatore Magli, quienes durante tres entradas mantuvieron la perfección en el parque.
El juego se definió en el cuarto inning cuando los Yanquis hicieron la primera de las dos carreras que anotarían y un poco después, a partir del sexto, una murmuración en todo el parque dio paso a una atmósfera especial ante el advenimiento de la perfección.
En la parte alta del noveno (turno y salida de los Dodgers), venían a batear el séptimo y octavo en la alineación que fueron dominados por Larsen; el noveno era Magli que, como pítcher, no era muy peligroso.
El mánager dodger, Wálter Alston, en un último intento, no de evitar la derrota, pero sí la humillación del juego perfecto, mandó al derecho Larsen un bateador emergente zurdo que fue Dale Mitchell.
Tras estar dos bolas, un strike o dos y dos, vimos un lanzamiento del que, a la distancia, sólo supimos fue el tercer strike porque Yogui Berra fue saltando sobre el diamante hacia Larsen y como era pequeño, se le colgó del cuello y lo abrazó quedando asido al cuerpo del pítcher en un momento perpetuado en una foto que aún no deja de darle la vuelta al mundo”, recuerda.
“Mi ilusión como cátcher aficionado era ver a Yogui Berra y a Roy Campanella (Dodgers) y quién me iba a decir que iba a ser en un juego perfecto, además de presenciar el juego del primer hombre de color en jugar en las mayores (Jackie Robinson)”.
Rodríguez Abraham, ahora de 72 años, regresó en diversas ocasiones al legendario parque de pelota, donde en 1985 (nunca lo hubiera imaginado) como alcalde de Mérida le tocó, en representación del gobernador Víctor Cervera Pacheco, encabezar la celebración de “Día de Yucatán” en el Yankee Stadium.
Esa tarde, su nombre y el de Cervera Pacheco, permanecieron un breve lapso en la mítica pizarra de la “catedral mundial del béisbol”, en el mismo sitio donde por años aparecieron los nombres de Larsen y Berra, aún vivos, y que como él, son de los pocos sobrevivientes de la más memorable gesta suscitada en el Yankee Stadium.
NTMX/JCG