Mérida.- Los Rojos de Cincinnati perdieron ayer al más famoso engrane de la “Máquina” que los llevó a ser un ícono y a ganar dos Series Mundiales en la década de los 70´s.
Y si bien Pete Rose jamás llegó a jugar en Yucatán, ni a asistir al parque Kukulcán (o al Carta Clara, que se sepa), una pieza de esa sensacional “locomotora” si lo hizo, dejando buenas cuentas y anécdotas sobre el ahora héroe caído.
En el tercer Juego de la entonces Serie Final (aún no se llamaba “Serie del Rey”) de 1989, tras perderlo los Leones ante los Tecolotes de los Dos Laredos, Dan Driessen, tipo amable y hasta empático fue abordado por este reportero.
Acababa de concluir el partido y los Leones, si mal no recuerdo, lo habían perdido, para que los “Buhos” pusieran la serie 2-1 en su favor.
SUCEDIÓ EN EL KUKULCÁN
Lo encontré en el pasillo que iba del clubhouse (vestidores) melenudo, hacia el dugout amarrándose los cordones (agujetas) de sus spikes.
Palabras más, palabras menos, lo consulté sobre lo que, precisamente, pasaba en esos momentos con su compañero de años con los Rojos, Pete Rose.
Rose era objeto de una pesquisa por parte del Comisionado de Grandes Ligas, Barttlet Giamatti, quien el 24 de agosto de 1989 lo forzó a aceptar su exilio del béisbol.
Ello, a cambio de detener una investigación legal sobre su presunta participación en apuestas de juegos las del equipo del que era mánager, Rojos de Concinnati.
“No sé muy bien del caso “young journalist” joven periodista (acababa de cumplir 19 años), no estoy en mi país, y no entiendo bien el idioma de ustedes.
“Si sé que lo están acusando desde meses atrás (el anterior comisionado Peter Ueberroth lo había ya dejado en paz hasta que Giammati volvió a las andadas), pero he sabido poco desde que salí de Estados Unidos y no quisiera decir algo que esté equivocado.
“Veo algunas cosas en la t.v., pero no lo suficiente, ni en mi idioma para saber bien que está pasando con Pete, espero que no vayan mal las cosas para él”, añadió Driessen, cuando aún no se concretaba el castigo para Rose.
“Eso sí quiero decirte algo, no creo, jamás, y puedo decirlo, porque lo conozco que Pete no es perfecto, tiene a veces arrebatos, porque es de carácter fuerte.
PETE NO LO HUBIERA HECHO
“Pero sí puedo estar seguro de que él jamás haría algo en contra del equipo del que ha comido y en el que se convirtió en una estrella
“Y además es el equipo de la ciudad en la que nació, todos allá lo conocen, no lo puedo concebir, eso no sucedería”, agregó el “acharolado” infielder melenudo, sin imaginarse que Giamatti moriría súbitamente, una semana después de proscribir a Rose.
Los Leones, finalmente, perdieron esa Serie Final cuatro juegos por dos en Nuevo Laredo, donde en uno de los tres partidos jugados allá, se desató, por cierto, una balacera, sin mayores consecuencias.
Driessen, posteriormente, se fue, para no volver jamás a Yucatán, al menos como pelotero, pero uno de sus compañeros en la “Máquina Roja” vino a un importante acontecimiento.
Cerca de 10 años después, un aficionado de aquellos de los que ya hoy en 2024 creemos ya no hay, el sr. Don Luis Marrufo Buenfil, se echó la puntada de comprar un terreno de enormes dimensiones en el norte de Mérida.
El terreno, quizás de dos hectáreas de dimensión, sirvió para que él construyese su “Campo de los Sueños”, y en verdad que lo fue, porque de entre su maleza, o henequenales, salió, él, acompañado, ni más ni menos que por:
Atanacio “Tany” Pérez, infielder inicialista de los Rojos en la misma época de Rose, con los que fue titular indiscutible de aquél legendario equipo.
Pérez mostró ese día (al parecer fue un domingo) uno de sus anillos de campeón de Serie Mundial a los asistentes a la inauguración del campo que terminaría de convertirse en el estadio “Lucky Seven” y que albergó la bien recordada Liga Estatal “Naxón Zapata”.
Y ahí, como a Driessen, le preguntamos sobre Pete Rose.
No fue mucho lo que “Tany” Pérez dijo sobre su ex compañero con los Rojos y con los Filis de Filadelfia, solo que pensaba que tendría que estar algún día en el Salón de la Fama de Cooperstown, como él si pudo estar.
LA JUSTICIA DEBIÓ IMPONERSE EN FAVOR DE PETE
“Él (Rose) lo hizo todo, por justicia tendrá que estar, pero creo que nadie puede hacer nada y hay que dejarle al tiempo estas cosas”, dijo.
Pérez, de elevada estatura, como Marrufo Buenfil lo era en sus mejores épocas, fue uno de los millones que admiraron y reconocieron a Rose como lo que fue:
El más grande de su tiempo y retrato del esfuerzo y ganas infinitas de darlo todo por el béisbol.
Y si bien las Ligas Mayores no se lo reconocieron, eso es irrelevante ante el nicho que “Charlie Hustle” (su apodo) ocupa, desde hace ya unos 50 años en los corazones de todo Estados Unidos y de cada aficionado que haya sabido de él.