Mérida.- La inobjetable derrota y caída de Miguel Berchelt del trono mundial de los súperplumas que ocupó por cuatro años y fracción ha sido el primer evento que ha calentado al máximo el ámbito del boxeo y del deporte en México en este aún naciente 2021.
Ese descalabro se convirtió en el caldero que ha hervido un guiso de opiniones, algunas razonadas y acertadas, otras salidas del hígado, unas más de la ignorancia supina sobre el boxeo y otras, verdaderamente, estúpidas.
Todas esas expresiones, generadas previamente en la “licuadora” mediática de hoy día, las redes sociales, han llevado a este combate mucho más allá de los 12 rounds previstos sobre el ring.
Y para muestra, muchos botones:
“Que si peleó enfermo, que si bajó mucho de peso en los últimos días, que si la esquina no sirve, que si “El Canelo” lo compró, que si la COVID-19 le siguió afectando, que no entrenó…ya solo faltó que dijeran que subió borracho.
Y no señores y señoras, no, no fue así.
El guerrero, aún orgullo de Cancún, de la Península de Yucatán, y de México, no pudo pelear enfermo.
Sobrevivir en un ring con un “mosquito” que te tire de todo y que te obligue a esforzarte físicamente al máximo durante 29 minutos con 49 segundos no lo puede hacer ni siquiera un ser humano común y corriente, sano.
Las maledicencias respecto a su peso no pasan de ser eso.
Ahí están los reportes oficiales y las fotos que él y Valdez exhibieron de lo que pesaron en camino al límite de los 58.967 kilos (130 libras) en dos períodos cercanos previos a la pelea del sábado pasado.
Extraña, o al menos en algunos casos no debería de extrañar ver a muchos “expertos” apedreando a Alfredo Caballero por no saber dirigir, según ellos, al peninsular, o por “mandarlo” al matadero.
Un mánager pide algo, no en la esquina, sino desde la preparación y otra cosa, finalmente, es lo que el boxeador puede hacer en las circunstancias previstas, pero que no siempre son las que ocurren dentro del ring, sobre todo cuando el contrario resulta mejor de lo esperado.
Al final del noveno, Berchelt, como millones han visto, llegó y reconoció con la tan mexicana expresión de: Ya valió v…..
Al terminar el 9no asalto, Berchelt presentía que la pelea estaba perdida. #BercheltValdez pic.twitter.com/d5jNFkS7w9
— ESPN Deportes (@ESPNDeportes) February 21, 2021
Caballero le respondió que aún no había valido nada y que lo que tenía que hacer es tirar golpes.
Si bien el entrenador sonorense tuvo algo de responsabilidad, ese algo es impreciso, intangible.
Él jugó con el librito, aunque el boxeo tiene aristas tan imprevisibles que no siempre se ajustan a ese manual que, cumpliéndolo, normalmente conduce al éxito.
Ahora, la egregia estupidez de que Saúl Álvarez desembolsó dinero para pagarle a Berchelt tendría un equivalente de nuestra parte en merecer un análisis sobre porqué el cancunense, con millones de dólares en la bolsa “ya asegurados por “El Canelo””, puso su vida al límite.
Un ser humano como él, perteneciente al uno por ciento de la población de este planeta que tiene, además de una óptima salud, una condición física de altísimo nivel improbablemente podría verse afectado por una enfermedad que superó hace tres meses.
Lo de que no entrenó, pues el haber llegado a 10 rounds evidencia que al menos tenía muy buena condición física.
LO REALMENTE IMPORTANTE
El quid del asunto fue porqué no lució pleno, y quizás nadie pueda, más allá de él y Caballero, saberlo con certeza.
Nosotros, también en una presunción, consideramos que la efectividad inmediata de Valdez, su desempeño al 100 por ciento dejó anticipadamente fuera de la jugada al ahora ex campeón.
Berchelt, creemos, enfrentó un desafío más difícil que el que esperaba y no supo cómo resolverlo; lo enfrentó con todo lo que tuvo, pero no supo qué hacer y ahí tuvo a alguien que le hizo conocer y entender sus carencias, sobre todo las técnicas.
Eso, consideramos, lo golpeó psicológicamente.
Valdez apostó y logró, desde temprano, a romperle el esquema al aún campeón al que obligó a improvisar, a caer en errores y a evidenciar sus debilidades.
Boxeador técnico, conocedor de las artes del contragolpe, para las cuales es indispensable una alta capacidad de velocidad, Valdez se “montó” sobre Berchelt y fue conduciéndolo al camino que le convenía, hasta que lo socavó primero físicamente y ya luego, psicológicamente.
Esa expresión de Berchelt de ya valió ve… al final del noveno episodio, tras caer por vez primera, retrató su estado mental, anímico.
Al terminar el 9no asalto, Berchelt presentía que la pelea estaba perdida. #BercheltValdez pic.twitter.com/d5jNFkS7w9
— ESPN Deportes (@ESPNDeportes) February 21, 2021
Si bien aún estaba dispuesto, más por orgullo y por vergüenza a seguir, ya no se sentía capaz de salir del atolladero, de revertir una ya clara desventaja.
Valdez no era ninguno de los retadores previos que había enfrentado, que tampoco, de ninguna manera, eran bultos, aunque sí contrarios que se ajustaban a su tipo de pelea agresiva, bueno, a su modo.
Su apoderado, Mario Abraham Xacur, hombre involucrado en las altas esferas del boxeo internacional desde su más temprana infancia, supo conducirlo durante su reinado, tejiéndoselo con hilo de oro y hacerlo un boxeador reconocido y de respeto, de lo mejor de México y quizás entre los 20 mejores del planeta.
Y le llegó, como siempre sucede en las altas esferas del boxeo y de la vida, la hora del reto y tuvo que sopesar la conveniencia y los riesgos de enfrentarlo.
Y si bien había riesgos, también existían más ventajas en el papel que acercaban a su protegido a la orilla del triunfo.
Era el enfrentamiento entre el buen boxeo, pero un buen boxeo disminuido en lo físico, de un rival que había evidenciado poco o nulo peligro en un peso nuevo para él, ante la fortaleza, y, además, el golpeo más fuerte en la división.
Mario Abraham, que es quien conduce la carrera de Berchelt, desde que aquél era apenas un adolescente, optó por lo que era un 100 por ciento correcto en el papel.
Pero el boxeo no son matemáticas, no es una ciencia exacta.
Y sucedió lo que a su bien recordado padre (William Abraham) le pasó al ir por un triunfo virtualmente seguro cuando “Guty” Espadas enfrentó a Chan Hee Park en diciembre de 1979 (campeonato mundial mosca).
Algo, muy remoto, pero posible sucedió y echó por debajo la expectativa y los sueños de avance de una carrera desbordada.
No es el final, para nada, tampoco para Guty lo fue, pues volvió a disputar el campeonato del mundo.
Aunque sí es un muy fuerte alto en el camino para el cancunense-hermosillense, quien tiene, creemos, mucho con que levantarse y aún más para ofrecer en el boxeo.
En ese panorama, creemos, podría estar una revancha que no tendría justificación alguna por el clarísimo triunfo del sonorense, pero no sabemos si el contrato del combate (en el que Valdez fue retador obligatorio y en el que usualmente no hay opciones de desquite) establecía una revancha…eso ya lo veremos con el transcurrir del tiempo.
Al final de cuentas no hay que buscarle excusas, ni suposiciones, ni telarañas mentales a algo tan simple y evidente que el mismo Berchelt ha reconocido con entereza, con pantalones bien ajustados y sin buscar culpables ajenos o pretextos:
El bombardero de Cancún perdió porque halló enfrente a uno que fue mejor que él, así es el boxeo, así es la vida. Punto.
En realidad no estoy de acuerdo con tu publicación desde el primer roud mucho antes de intercambiar golpes no se veia al Alacran de otras peleas pero bueno cada quién tendrá su punto de vista y estoy seguro que en una revancha será una pelea muy diferente, Valdez solo estuvo a la caza de alguien que ya estaba mermado.
Muy válido y bienvenido tu comentario que enriquece a esta página. Nosotros solo escribimos lo que creemos, lo que consideramos, pudiendo estar equivocados. Y en el dado caso de que llegue a haber una revancha, todo puede pasar, Valdez saldrá seguramente como favorito, pero ya ves que el boxeo no son matemáticas y las cosas podrían quedar del otro lado. Saludos y MIL GRACIAS por escribirnos.