Mérida.- En estos tiempos en los que el coronavirus y todos su efectos económicos, psicológicos, “similares y conexos” dan espacio para la reflexión, el recuerdo, la anécdota, justo es recordar, ante la falta de noticias, a quienes en su momento se ganaron a golpe limpio un sitio perpetuo en la historia del boxeo, sin campañas de mercadotecnia y sin la complacencia de los organismos.
Uno de esos casos es el del gran peso ligero, de hace ya unos 30 años, Miguel Ángel González, boxeador de cierta clase, mucho oficio, recursos variados y sólidos, valor, fortaleza y una pegada más que respetable.
Quizás no era muy rápido ni con las manos, ni con las piernas, pero ello lo compensaa caminando solidamente sobre el ring, para tirar asentar con firmeza las manos.
Miguel Ángel, a quien muchos, o al menos la enorme mayoría de afcionados de nuevo cuño, o los “sofá fans” no recuerdan, o mejor dicho no saben de él y los nacidos en los 80´s apenas identifiquen, tiene mucho que contar de hazañas legitimas, no de las exaltadas por las televisoras y sus “gritones” en favor de x o y púgil, o por algunos expertoss de redes sociaales que nunca lo ponen ni entre los 50 mejores en la historia nacional.
Nacido en la Ciudad de México, aunque presumido como baja californiano, “El Mago”, o “Tokio Santa”, como fue bautizado en una larga gira por Japón, fue de los talentos emergentes del boxeo nacional en la década de los 90´s dirigido por Carlos Rosales, hijo adoptivo del gran Francisco “Pancho” Rosales.
Miguel Angel comenzó poco a poco a hacerse de un nombre en México, y con una ascedente y atractiva carrera le dan la oportunidad de disputar el cetro internacional ligero del CMB con el bajacaliforniano Ramón Marchena, al que desmanteló en cinco rounds en el Frontón México.
Luego de eso, se puso a las puertas del campeonato mundial ligero del CMB que conquistó con relativa facilidad al vencer por nóaut al colombiano, Wilfrido Rocha, (el título estaba vacante) al que repetiría la dosis, ya com campeón.
González defendió la corona 10 veces y solo en una ocasión, con Lammar Murphy, su última defensa, hubo dudas de su superioridad (ganó por decisión mayoritaria).
Ya sin poder dar el peso, fue por lo que había en las divisones superiores pero no le alcanzó, porque se enfrentó a lo mejor, no sólo de su época, sino de cualquier era.
Quiso ganar el título súperligero y aunque lució competitivo, cayó por clara, aunque no amplia decisión unánime con Óscar de La Hoya.
Un año después, en 1998, habiendo abdicado de la Hoya a la corona, Miguel Ángel fue de nuevo por ella y terminó empatando en una cerradísima pelea (lo vimos ganar por un punto) con Julio César Chávez, ante cerca de 50 mil personas en la Plaza de Toros México.
Tuvo, luego, dos peleas más por la corona wélter, pero se quedó corto con Cory Spinks (decisión) y con Kostya Tszyu, que lo noqueó.
Aún así siguió peleando y aunque no estuvo en racha perdedora, optó por decir adiós.
Su récord fue de 51-5-1 con 40 puestos a dormir. Sólo dos veces perdió antes del límite, pero jamás oyó los 10 segundos del réferi hacia su persona…fue una roca.
Lo último que supimos de él es que ya era residente en Estados Unios, luego de haber administrado por algunos años un rstaurant de su propiedad en la calle de San Luis Potosí en la Colonia Roma, en la Ciudad de México, donde departimos con él.
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