Mérida- Un época más de la abundante, colorida historia de los Leones de Yucatán concluyó este fin de semana con la muerte del sr. Rolando Valencia Cazola.
Se trata de uno de los principales animadores de los Leones de Yucatán en toda su historia. Murió el viernes, a los 80 años.
“El Gallego”, como fue conocido en “beisbolandia”, fue un buen hombre y un señor muy correcto, al menos siempre en el parque Kukulcán.
Allá tuvimos la enorme fortuna de coincidir con él en los últimos 31 años.
Nunca supimos porqué le llamaban “Gallego” (tampoco se nos ocurrió preguntárselo).
La verdad, en absoluto tenia características estigmatizantes que la “vox populli” le atribuye a las personas oriundas de la región de Galicia en España.
Su conexión con el béisbol fue fuerte, indisoluble, a raíz de su vínculo con la familia Villaecusa Dadero.
El jefe de esa familia, Juan Fernando Villaescusa Elías (quepd) fue una especie de hijo para él y con quien tuvo una relación familiar.
De hecho, los hijos del “Capitán Coraje”, mánager de los Leones de 1991 a 1993 llegaron a pasar temporadas en su casa (si mal no recordamos el sr. Valencia vivía por el rumbo de la Avenida Cupules, cerca del asilo Celaráín).
Tipo simpático también, andaba siempre vestido propiamente casi siempre con su guayabera de mangas cortas y su gorra de los Leones.
Fue, insistimos, uno de los fans más icónicos, podríamos decir, en la misma liga del inolvidable Don Enrique Blanco Loroño “El Colorado” (quepd).
El “Colorado” fue líder de la “Porra Brava Colorada” y hasta ahora, aún fallecido, ha sido, por mucho, el fan número uno y principal animador melenudo.
Sin pertenecer formalmente a la citada “porra”, el “Gallego” se sentaba a veces con sus integrantes, con quienes departía animadamente.
Fue allá la única ocasión que lo vi perder la compostura, en 1994.
En una ocasión, un bat boy, por órdenes del mánager cubano Wilfredo Calviño (de gran apéndice nasal), se paró junto al graderío de 3a base.
Desde allá, exhibió una camisola de los Leones con el nombre de “Colorado” haciéndole, a Don Enrique, la señal de ir al cajón de la 3a base, para dirigir.
Fue, claro está, una respuesta del mánager cubano a las críticas e irónicas, ingeniosas y ácidas “voladas” que, por su manera de dirigir, Blanco Loroño le lanzaba, desde su butaca naranja en la parte superior del graderío de la 3ª base, casi junto a los palcos.
Entre risotadas, suyas y de los demás miembros de la porra y de todos los fans del sector, rojo de la risa (era de tez clara) el “Gallego” le dijo al “Colorado”, mientras aplaudía “hoy si te jodieron “Colorado”, tremendo strike te pasó Calviño”.
Sorprendido, y mientras el batboy le gritaba “bájate “Colorado” reiterándole el señalamiento hacia el cajón, Enrique Blanco hizo lo siguiente:
Con su mano derecha y rojo como nunca, sin su risa chillona, estentórea de siempre, se paró y “lo mandó a volar” con un movimiento de su mano derecha en la que tenía un precioso reloj, con extensible dorado, mientras toda la gente de tercera base no dejaba de reírse.
Al siguiente inning, Calviño salió hacia la 3a y viendo al “Colorado”, “medio bajó” la visera de la gorra.
Aquél se paró y le dijo palabras más, palabras menos, sonriente, irónico, como aceptando “la joda” que le acomodó: “Vas a ver narizón”.
Ahora, “El Gallego”, Villaescusa, “El Colorado” y Calviño están de nuevo en el mismo plano (Que en Paz Descansen Todos).