Brisbane.- El australiano Jeff Horn, con apoyo de los jueces, dio la más grande sorpresa en la historia del boxeo de este país al bajar del ring con el cinturón de campeón mundial wélter de la OMB que perteneció hasta esta noche al gran filipino Manny Pacquiao, quien lo superó en una pelea accidentada, pero que tuvo un resultado aún peor.
Pacquiao, no hay duda, no tuvo la mejor pelea de su vida y la de esta tarde fue un pleito que no correspondió a la expectativa generada por la presencia en esta, la más grande isla del mundo, del también más grande animador boxístico del planeta en lo que va del siglo XXI.
Pero de lo que menos duda hay es que Horn no fue mejor que Pacquiao, quien lo tuvo al borde del “costalazo” y del nócaut en el décimo asalto, tras el cuál el réferi fue incluso a preguntar a la esquina del local si podía seguir tras la paliza que recibió y que le dejó el rostro desfigurado.
LOS TRES CHIFLADOS O LOS TRES LADRONES
Al final, los tres jueces de manera increíble, votaron en favor de Horn, incluso uno de estos se echó la asquerosa puntada de darle una votación de 117-111 (seis rounds de ventaja e Waleska Roldán ), mientras los otros dos Chris Flores y Ramón Cerdán fueron más discretos en su fallo (error, no veredicto), al darle a Horn 115-113.
Lamentable el espectáculo mostrado ante más de 50 mil personas en el estadio local, y cientos de millones en el mundo que, además de una pelea correosa, ríspida, desigual, porque enfrentó a un ropero (Horn), con quizás 10 kilos de más que Pacquiao con una leyenda que primero tuvo que luchar con su boxeo callejero, feo, y luego con mañas, golpes ilegales que nunca fueron contabilizados por el réferi
La pelea no fue fácil desde el comienzo para el filipino que se vio desplazado en cuanto al dominio por el boxeo atropellado, pero al mismo tiempo de mañas de Horn, quien se le recargaba (para cansarlo por su peso), lo golpeaba detrás de la cabeza de manera repetida, entre otras linduras.
Sin embargo, valiente y ya habiéndole encontrado la cuadratura al círculo, Paquiao fue por él y comenzó a desfigurarlo poco a poco hasta someterlo totalmente y ponerlo al borde del nócaut.
Hubo un momento en el que Horn, con todo y su peso, se bamboleó como péndulo sobre el ring de lado a lafo y no cayó porque rebotó en las cuerdas.
El resultado permite a Horn, además de hacerse de manera indigna de un campeonato mundial, en este caso el wélter, mejorar su marca a 17 triunfos, con 11 cloroformos en 18 peleas, con un empate preservando su invicto, mientras que Pacquiao se quedó con 59 éxitos, 38 nócauts, ahora siete derrotas y dos empates en 68 duelos.
Parece ser que llegó la hora, para Pacquiao, de irse del boxeo, una actividad a la que le dio todo, pero que ya no lo respeta, como tampoco lo respetó con Timothy Bradley con quien también le birlaron la victoria.
El filipino no es ya, por supuesto, lo mismo de antes, pero no está acabado, y con esto ya no tiene sentido que siga; pensar en una “revancha” con Horn, es una estupidez. No la necesita y tampoco el dinero que le generaría, lo que sí requiere es irse por la puerta grande de la dignidad y con ella, como llave, abrir la puerta del Gobierno de su país.