Mérida.- Los que vivimos y recordamos la década de los 70´s, que reservó un prolongado glorioso capítulo para México, y particularmente para Yucatán en las divisiones pequeñas, crecimos oyendo sobre un héroe surgido en el lejano país del “Sol Naciente” al que el destino le cortó las alas, justo cuando empezaba a volar a grandes alturas.
Ese héroe se eclipsó hace 50 años como hoy; su nombre: Masao Ohba.
Ohba murió en un día como hoy en Tokio, victima de un accidente automovilístico en el que el fue el causante y la única víctima.
Su destino fue similar al de otros púgiles o ex púgiles que murieron a bordo de un vehículo y fue el antecedente de otros que habrían de venir, quizás el más recordado de todos, el mexicano Salvador Sánchez.
Este héroe japonés, nacido el 21 de octubre de 1949 en un suburbio de Tokio, tuvo una vida similar a la de otras tantas estrellas del boxeo, independientemente de su raza e idiosincrasia: pobreza y maltratos desde niño, hasta que halló en el boxeo la puerta para redimir su existencia.
Con una instrucción escolar incompleta y como empleado de una tienda de dulces, decidió unirse a mediados de la década de los 60´s al más legendario gimnasio de boxeo de Japón y Asia, Teiken, donde entrenaba, pero no era visto como una promesa por su esmirriado físico y su bajísimo peso que no rebasaba los 47 kilos.
En esa época, la división de menor peso era la mosca (50.802 kilos) y el jovencito Ohba debió esperar a que el ejercicio y el crecimiento natural dejara huella en su cuerpo, para alcanzar el tonelaje necesario y poder competir sobre un ring.
Así, un día, el 7 de noviembre de 1966, debutó con recién 17 años cumplidos ante Kazuyoshi Watanabe al que noqueó en el primer episodio.
Esa oportunidad le llegó, justo cuando celebraba su cumpleaños 21, el 22 de octubre de 1970, en Tokio, donde noqueó al tailandés Berkrerk Chartvanchai en 13 episodios.
Luego, logró hacer cinco defensas, sumando en ellas nombres célebres, el principal de ellos, el del venezolano Betulio González, así como el de su paisano Susumu Hanagata y el del tailandés Chartchai Chionoi, todos ellos campeones mundiales en algún momento.
Tuvo dos funerales, uno particular y otro que el boxeo japonés y la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) le rindieron en el Korakuen Hall, mítica arena boxística de Japón. Tenía solo 23 años.
Su récord fue de 38 peleas, de las que ganó 35, perdió dos y empató una. Tuvo 16 nócauts.
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