“Guty” jr. y su camino a la gloria perpetua
Mérida.- Como no recordarlo…o mejor dicho, ¿cómo olvidarlo?.
El mundo entero del boxeo se detuvo por poco más de media hora en Mérida espera de ver si el hijo de uno de los entonces cinco campeones del orbe podía lograr lo que varios antes de él no. Imitar a su padre como monarca del planeta.
La realeza del boxeo mundial había hecho de todo por ver al hijo de uno de los suyos ser campeón del mundo…y nada.
Los hijos de Joe Frazier y de Víctor Galíndez, Marvis y Darío, respectivamente, entre otros, ya habían disputado y no ganado títulos mundiales.
Otro más, Tracy Patterson, fue, erróneamente, considerado como hijo del ex monarca de los completos, Floyd…pero muchos “no sabían”, que si bien llevaba su apellido y fue crecido por él, era solo su entenado, es decir, su hijo adoptivo, no de sangre.
Ellos no pudieron, “Guty” sí.
Así, el camino quedó abierto para el hijo de un protagonista de la década de los 70´s, el golpeador más potente de la división mosca en esa década y que si bien no tenía el nombre mediático de los citados, si había dejado un recuerdo como un campeón eficiente y efectivo: Gustavo Hernán “Guty” Espadas Cruz.
Su primogénito, Gustavo Espadas Espinosa, nieto de su señor padre, Hernán Espadas y de un ex militar de origen cubano, Tomás Espinosa.
Llegado casi ocho años antes al boxeo profesional, contra el deseo de su propio padre, “Gutyto”, como lo “bautizó” el insigne periodista Don Felipe Escalante Ruz, mejor conocido como “Juan Brea”, comenzó su camino más con la curiosidad de la afición que con pronosticos de, tan siquiera, acercarse a lo hecho por su famoso padre.
De figura esmirriada, aunque espigado, con espeso y elevado copete como cabello, recortado a los lados, callado, pero pícaro, “Gutyto” tuvo un exitoso, aunque no fácil inicio en octubre de 1992.
Físico privilegiado
En pelea no fácil para él, gracias a sus largos brazos y a que superó sus miedos o inseguridad, venció claramente, aunque un poco atropelladamente al cancunense Manuel “Gallito” Pérez.
De asidua presencia en el gimnasio, a donde llegaba a veces acompañado de un primo suyo con cara de pocos amigos, apodado “Pitón”, “Guty” jr. no era precisamente disciplinado, pero no dejó de entrenar.
Superado boxísticamente por compañeros suyos como Javier “Candelita” Várguez, Enrique “Maestrito” Orozco, Gerónimo Cardoz, René Castillo, Alfredo Chalé, entre algunos otros, “Guty” jr. hizo sus “pininos” entendiendo que tenía que “hacer cola”.
Y así, poco a poco, con paciencia llegó su momento…y lo aprovechó.
Tras dejar, luego de 19 peleas a su manejador, Román Acosta, se aventuró a la Ciudad de México, junto con Orozco. Y ahí fue donde cada quién demostró quién era.
Tremendo ponchador, de fuerza mental limitada
Orozco, tipo de mejor boxeo, de pegada fulminante, pero de fortaleza mental muy inferior, parecía, en inicio, quien destacaría bajo la batutal del nuevo manejador de ambos, Ignacio Beristáin.
Pero el “Maestrito” sufrió del mal de casa y no se acomodó en la Ciudad de México, a diferencia de Espadas, quien más fuerte mentalmente, se quedó en el camino.
Ambos, sí, quierían lo mismo, pero “Guty” fue quien demostró estar más apto para ir por ello y alcanzarlo.
Tiempo después, siendo y haciendo sparring de leyendas como Daniel Zaragoza, de púgiles calados como Víctor Manuel Rabanales y de futuros astros como Rafael Márquez y ni qué decir su hermano Juan Manuel, Espadas se puso en el camino que su padre le dejó años atrás.
Primero fue la internacionalización, triunfos inesperados y valiosos como el logrado ante el ex campeón mundial ghanés Alfred Kotey y la clasificación mundial.
“Carambola” para el “Terrible”
Finalmente, una negociación en la que él quedó en medio y en la que el objetivo final era hacer campeón mundial pluma a Erik Morales, lo llevó a disputar la diadema mundial pluma del CMB en su casa el viernes 14 de abril de 2000.
La función, denominada “Herencia de Gloria” lo llevó a enfrentarse por la vacante corona mundial pluma del CMB al legendario Luisito Espinosa, para entonces, el segundo mejor púgil filipino de la historia, solo detrás de Gabriel Elorde.
Espadas, quien no subió como favorito, lo hizo con un récord de 31-2-0, mientras que el casi mítico asiático lo hizo con 44-8-0.
Empero, el americano sorprendió desde el inicio y en el mismísimo primer round, soltó un cruzado de derecha que puso a Espinosa en la lona en real mal estado.
“Guty” pareció “asustarse” e indeciso, no acabó a Espinosa, quien poco a poco comenzó a despertar y hacia mediados de la pelea se convirtió en un dolor de cabeza, por su experiencia, oficio y mañas.
Espadas conservó una clara, mas no amplia ventaja, hasta que Espinosa le partió la frente con un cabezazo que forzó la detención del pleito en el undécimo episodio.
Fue Richard Steele
El legendario réferi Richard Steele puso fin al pleito, tras la orden del médico de ring, Fernando Bautista Buenfil.
Los jueces fueron (Marty Denkin107-100) (Chuck Hassett 108-99, quien fue también parte del jurado la noche en que Guty sr. se coronó y (John Keane 108-99). dieron el triunfo por decisión técnica unánime a Espadas.
Así, “Guty” se convirtió en el primer hijo de un campeón mundial de boxeo en imitar a su padre como tal.
Por cierto, a la función vino el Presidente de Top Rank, Bob Arum, quien se subió a la tarima del Polifórum, que ha sido la única arena de México y quizás de Latinoamérica que tuvieron en su ring a los dos principales promotores de la segunda mitad del siglo XX, pues, años después, y en otra pelea de “Guty” trepó Don King.
La velada sirvió para que dos entonces jóvenes promotores, Fernando Beltrán (Zánfer) y Mario Abraham (Empresa Yucateca de Boxeo (Max Boxing aún no nacía) comenzaran, a partir de esa noche, una fructífera relación que prevalece un cuarto de siglo después.
“Guty” jr., por cierto, protagonizó esa noche de 14 de abril de 2000, la noche más memorable de ese inmueble (por encima de cualquier otro evento de la índole que fuera organizado allá), que, 16 años antes, le tocó inaugurar a su señor padre. Vaya casualidad.