Mérida.- Lo recuerdo como si fuera ayer caminando en la calle 57 por 62 y 64, justo enfrente del Hotel el Castellano, saliendo del departamento que le rentaba al gran aficionado Luis Marrufo Buenfil, llevando a sus hijos al Colegio Educación y Patria.
Estaba justo a la vuelta de la redacción a la que llegaba a plasmar, todo lo que me divertía ver en la calle (nunca lo vi como trabajo).
Normalmente vestido con jeans y una playera polo, acompañado por el sr. Marrufo, Fernando Villaescusa se pasaba el día entre esa parte de Mérida y el parque Kukulcán, el mismo de sus Leones, con los que hizo época.
Y lo hizo, no por su porcentaje, virtualmente siempre superior a .300, ni por su fino guante, ni por su velocidad en los senderos…ni por el campeonato de 1984.
Lo hizo por su entrega, por su liderazgo, el mismo que lo llevó a ser mánager…lo hizo por su CORAJE.
Quien esto escribe es de los cada vez menos fans que recuerdan al número 15 saliendo del dugout, o corriendo como “gamo” por el lunetario del Kukulcán, robando bases o tratando de anotar.
Y recuerdo también, por supuesto, aquél sábado en el que no me tocaba trabajar, pero aún así fui a la redacción, donde, al ver un cable de la agencia informativa para la que tuve la fortuna de colaborar 27 años, me enteré de su muerte.
Juan Fernando Villaescusa Elías sonorense de nacimiento, pero adoptado como yucateco por la afición y la “nación melenuda”, murió a la temprana edad de 42 años en un día como hoy de 2001 en un hospital de La Joya, California.
Un cáncer acalló el “Coraje” en este plano existencial del Capitán melenudo, quien siguió jugando con la misma garra y pundonor, a partir de esa fecha, en el terreno celestial.
Hombre no muy dado a hablar, pero que cuando lo hacía era directo y sin tapujos, el gran segunda base, de gran, aunque no espectacular bateo y muy fino guante, hizo muchos amigos en tierras yucatecas.
Uno de ellos, acaso el principal, fue el Don Rolando Valencia Cazola, “El Gallego”, quien se convirtió en una especie de padre extra suyo.
Otro, singular y simpático aficionado, como ninguno que haya pisado el Kukulcán fue Don Eladio Enrique Blanco Loroño, “El Colorado”, líder de la porra de la tercera base y organizador de desayunos en el Hotel Fiesta Americana con el sonorense como invitado estelar.
Y como “El Gallego” y “El Colorado” (qquueeppdd) hubo muchos yucatecos que no solo lamentaron, sino que sintieron como si alguien próximo se les hubiera ido, sobre todo por el detalle de su juventud y su inesperada enfermedad (cáncer).
Apenas días atrás, una de sus “creaciones” (Villaescusa lo debutó en la LMB) Carlos SIevers Brathwaite (actual coach de los Leones), encabezó una ceremonia de petición a Dios en el Kukulcán, leyenda una conmovedora carta en la que todo el equipo y la afición rogaban por su salud.
Finalmente, el designio divino fue opuesto y decidió llevarse ese sábado al “Capitán Coraje”, a quien hoy recordamos con mucho gusto, pero también con tristeza por su prematura despedida de este mundo.
Saludos hasta el estadio celestial al “Capitán” Coraje en este día en el que trascendió hoy hace 20 años.