Mérida.- Poco más de 12 horas pasaron entre la súbita muerte de Don Jesús Rivero Gamboa y el último adiós de sus amigos y familiares en una funeraria de la Avenida Itzáes de esta ciudad que lo vio nacer y morir.
Justo a las 20:31 horas, uno de sus alumnos, de los pocos que lo fueron a ver, Mariano Garma, introdujo el féretro de madera y tela azul a la carroza que lo transportaría a un crematorio.
Horas antes, a las 08:08, Don Jesús había fallecido en los brazos de su único pariente vivo, su hija Raquel Rivero Rivero.
La señora Rivero Rivero, visiblemente afectada, pero tranquila, recibió a quienes se presentaron a la Funeraria, “La Luz del Cielo”, la misma que en 2011 recibió por algunas horas, a otra querida personalidad del boxeo yucateco: Raúl Gamboa Ayuso: “Borolas”.
Con los ojos húmedos, pero en calma por saber a su padre ya descansando y sin la depresión y malestares que le aquejaron en los últimos meses de sus 95 años un mes y 11 días de vida, Raquel recibió amablemente a www.penínsuladeportiva.com, único medio que se presentó al acto.
Respaldada, apoyada por sus seres más cercanos, la dama informó que el funeral se llevó tal y como su señor padre se lo pidió.
No hubo alusión religiosa alguna, ni siquiera el féretro tenía una cruz o algún ícono religioso y, principalmente, no se presentó ministro o sacerdote alguno.
Don Jesús, quien era Ateo, desde su juventud y buscaba a toda costa mantenerse alejado de cualquier símbolo de la religión que fuera lucía sereno en su ataúd.
Con el rostro cansado, pero en paz, el señor Rivero se despidió de este planeta “A la Yucateca”: Usó una guayabera blanca de algodón, con una camiseta, también blanca de esa misma fibra, debajo.
Además de Garma, el único de sus alumnos que también asistió, según pudimos averiguar, fue Gonzalo “Zurdo” González, quien fue muy cercano a él.
Miguel Canto, su máxima estrella no estuvo presente, pues, como es sabido, Don Miguel padece desde hace varios años un problema neurológico que se lo impidió.
Vestida de blanco, portando una especie de turbante, igualmente albo, Raquel Rivero Rivero hizo un breve recuento de su vida alado del diminuto, gran profesor, quien la creció y educó.
Se dijo agradecido por haberlo tenido como padre y por haber recibido la educación y enseñanzas del hombre que, con sus conocimientos aplicados al boxeo, trascendió fronteras y mejoró la vida de muchas personas.
También se mostró contenta, satisfecha de sí misma, por haber estado con él en sus últimos momentos, toda vez que “Choláin” vivía solo.
Uno de esos días fue el miércoles pasado, en cuya noche, Don Jesús le pidió permaneciera con él, contra lo acostumbrado, pues así sentía necesitarlo.