Riyadh.- El boxeador ruso Arthur Beterbiev se convirtió esta noche en el campeón indiscutido de la división de los semicompletos, tras vencer por decisión mayoritaria en una disputada, competitiva y magnífica pelea al hasta hoy invicto kirguistano, Dmitrii Bivol.
La pelea, que coronó una gran función presentada por varias promotoras, entre ellas Top Rank y Match Room Boxing, respondió a la expectativa mundial que le precedió.
Bivol hizo una tremenda pelea y parecía que podía sorprender al “Rey Arturo”, pero se quedó apenas corto en lo que, pese a todo, fue la mejor actuación de su carrera.
Beterbiev ganó con tarjetas de 116-112 (Pawel Kardyni), 115-113 (Glenn Feldman) y 114-114 (Manuel Oliver Palomo).
Y si bien fue una victoria cerrada, no por ello dejó de ser una contienda espectacular en la que ambos desplegaron recursos, técnica y determinación de ganar.
Nadie que haya salido de la Kingdom Arena de esta urbe puede reprochar o reclamarle algo a los promotores de esta función.
Bivol inició bien la pelea penetrando la guardia del ruso, quien a la altura del round 2 ya tenía enrojecida la nariz, cosa de nada.
Bivol, campeón de la AMB, mas rápido de manos, trató de mantener el ritmo, pero fue superado, sobre todo en la potencia de golpeo de su rival.
El de Kirguistán, vencedor entre otros de la estrella mexicana Saúl “Canelo” Álvarez, fue un rival no solo digno, sino peligroso.
Demostró que tiene la quijada más poderosa de la división al ser el primero de todos los rivales de Beterbirv que terminó de pie una pelea con él.
Quiso Bivol cerrar bien los dos últimos episodios, pero el poder de Beterbirev se notó en su cuerpo y ello ya no le dejpo energía para dejar buena impresión.
Beterbiev cerró notablemente mejor que Bivol hizo en la mitad de la pelea y aunque de manera ajustada logró un triunfo merecido.
El triunfo permite e Beterbiev retener sus tres coronas del CMB, OMB y FIB y adueñarse de la AMB de Bivol, quien al perder, sufrió su primera derrota.
Bivol se quedó con 24 peleas, 23 de ellas ganadas, 12 por la vía del nócaut y conoció por vez primera la amargura de la derrota.