Mérida.- Conocido por su éxito empresarial y por ser un referente en el ámbito inmobiliario en Yucatán, Dwight Navarrete Herrera, dejó la guayabera, el escritorio y la pluma en la oficina, para ponerse esta tarde la camiseta azul, agarrar la matraca y agitar la bandera de la “Máquina Celeste” en su domicilio.
Para esta conocida personalidad de la sociedad yucateca 24 años de espera han sido demasiados y espera que la espera de casi cuarto de siglo concluya esta noche en el Estadio Azteca con un nuevo campeonato de su amado Cruz Azul.
Acompañado en su domicilio por sus hijos Dwight y Jorge, vestidos como él de color azul, este Contador Público, egresado de la Universidad Autónoma de Yucatán encabeza la agrupación “Azul de Corazón” A.C. fundada hace unos 10 años por aficionados yucatecos del equipo.
El Presidente de “La Máquina Celeste” en Yucatán señaló que hace un decenio, los aficionados decidieron formar una agrupación que representase ante ese equipo al amor yucateco por esa organización futbolística.
“Somos como 150 miembros con credencial formal, pero tenemos una página de unos tres mil seguidores, todos ellos apoyando hoy al Cruz Azul hacia el campeonato”, explicó el empresario en entrevista con www.peninsuladeportiva.com.
Agregó que si bien se agruparon hace un decenio, fue hasta 2015 (15 de mayo) cuando se unieron en una Asociación Civil formal con acta constitutiva.
Aficionado al Cruz Azul, desde que tiene uso de razón, recuerda el ascenso de la “Máquina Celeste” a la Primera División en la década de los 60´s, tiempo desde el que comenzó a apoyar esa causa.
Sobre las posibilidades que le ve a los cementeros, Dwight Navarrere consideró que han llevado a cabo un proceso lento, pero ordenado y sólido, que los tiene en la final y, en su opinión, con buenas oportunidades de “campeonar”.
Hoy, hay una representación de su agrupación instalada en el Estadio Azteca, a donde él y sus hijos desistieron ir por el tema de la pandemia.
Empero, esta tarde-noche, está instalado cómodamente en su hogar viendo la final y haciendo “changuitos” para que “el embrujo” sea conjurado.