Mérida.- A un año de su inesperada partida, cuando se suponía que ya estaba por superar la mortal COVID-19, recordamos a Don Armando Manzanero Canché, quien si bien no tuvo trayectoria deportiva formal, sí fue aficionado a algunas disciplinas, entre ellas la tauromaquia.
De tal forma, cabe hacer una analogía entre la carrera del insigne músico de Ticul y otra leyenda yucateca, quizás, junto con él, la personalidad más conocida nacida en Yucatán.
Y de eso último, del hecho de que sean los yucatecos más conocidos, o al menos los más universales no le quedó duda a quien esto escribe, hace ya unos 20 años.
Durante un viaje de trabajo a Japón, fue posible constatar la fama de Manzanero y de Miguel Canto, quienes son considerados figuras legendarias en ese sensacional país, y en muchos otros.
En un recorrido por los mercados, ubicados en las estaciones del metro, estaba un póster, de Manzanero, de buen tamaño, en un puesto de frutas.
Vestido todo de blanco, como con una especie de capa (estilo Liberacce) y parado, sonriente, junto a un piano, también albo, de la marca Yamaha, Don Armando estaba a la vista de miles de personas que a diario pasaban por ese muy moderno mercado.
El más sorprendido de todos ellos, a excepción de que otro yucateco hubiera pasado por allá ese día, era quien esto escribe.
No muy lejos de allá, en Sendai, una cadena hotelera local resguardaba en sus paredes al otro ícono universal yucateco: Miguel Ángel Canto Solís.
The Washington Hotel, que tenía adyacentes dos edificios (Washington Hotel I y Washington Hotel II) recibía para entonces, a cientos de aficionados, muchos de ellos mexicanos, que iban a ver a su selección jugar contra la de Ecuador en el segundo partido de los norteamericanos en la Copa del Mundo Corea-Japón.
En el Washington 1, en su recepción, había, además de los clásicos relojes que señalaban el horario en otras partes del mundo, algunas imágenes de personas destacadas.
En una de ellas, con una maleta a un lado y firmando lo que parecía ser un autógrafo, estaba Miguel Canto, con un saco obscuro (la foto era en blanco y negro) y atrás de él, quien parecía ser su agente, Rafael Mendoza.
Canto no se hospedó en ese hotel, sino en uno que estaba a alrededor de un kilómetro de distancia, para la pelea en la que se coronó ante Shoji Oguma.
Debajo del retrato solo habían dos palabras Canto-Mekishko.
Ambos, Canto y Manzanero guardan similitudes en sus vidas, además de ser yucatecos y figurones internacionales.
He aquí algunas de ellas:
Ambos eran llamados “El Maestro”.
Tenían exactamente la misma estatura: 1.54 metros.
Fueron considerados entre lo mejor del mundo en sus respectivas disciplinas y de manera simultánea.
Sus padres se llamaron Santiago: Santiago “El Gato” Canto y Santiago Manzanero.
Fueron figuras consagradas en Japón.
Siempre fueron discretos, de perfil bajo, pero llegado el momento, eran explosivos, sobre todo Manzanero.