Mérida.- Juan Alfonso Keb, uno de los hombres que más cerca han estado de un campeonato mundial sin lograr adueñarse de él, protagonizó hace 20 años como hoy una de las dos más intensas peleas titulares en la historia de Yucatán.
Keb Baas, quien ya tenía largo rato como protagonista de las listas de la OMB, recibió por fin la gran oportunidad en copromoción de Zánfer con Mario Abraham Xacur (aún no existía su empresa Max Boxing como tal) y dio, hasta entonces, la pelea de su vida.
Empero, no le bastó para regresar a Hunucmá con el cinturón del colombiano, quien de manera algo cerrada, pero justa e inobjetable, bajó del cuadrilátero con el fajín en la cintura.
Las tarjetas de los jueces así lo retrataron:
115 | Richard Green | 111 |
115 | Larry Hazzard Jr | 112 |
115 | Hugo Peniche (quepd) | 112 |
“Nito”, como es conocido en su núcleo familiar y en su pueblo, no había podido descifrar el estilo elusivo, rápido del sudamericano, quien se la iba llevando más o menos tranquilo, complicándole las cosas al pequeño peninsular.
Y de hecho, en el quinto asalto le demostró el tamaño del reto que representaba:
No se sabía quien estaba más sorprendido, si los aficionados que no veían ese golpe desde las mejores épocas de la fistiana yucateca, unos 20 años atrás, o la esquina de Juan Alfonso Keb.
EN EL MUNDO DE LA INCONCIENCIA
“Baby Luis IV” no estaba, ni asombrado, ni molesto, ni nada; estaba en otro mundo.
Sus pantalones y la necesidad de evitar el nócaut ante su propia gente, lo hicieron levantarse ante el conteo del réferi estadounidense Lou Moret, quien tuvo un destacadísimo papel.
Moret, tipo con colmillo que arrastraba desde Estados Unidos, pudo haber detenido las acciones, pero algo vio en la actitud del retador que lo llevó a permitirle seguir la contienda, que a partir de entonces se convirtió en un “peleón”.
Keb, como vulgarmente se diría, “con el chile adentro”, vino de atrás, para entregar todo lo que tenía y siguió para matar o morir…y anduvo en esa delgada línea, que en el duodécimo último round lo llevó a tener noqueado de pie al campeón…solo le faltó el golpe final.
Ante el campechano (presumido tabasqueño), un mal conteo, con toda la mala fé de un réferi que ni caso tiene mencionar, le impidió coronarse.
Con Guardia, fue el talento del colombiano y, se dijo entonces, la inadecuada alimentación (comía frijol con puerco en su preparación), le permitieron oler el campeonato, aunque no sentarse en el trono, como sí lo estuvo con Aguirre por unos segundos.
La caída del quinto episodio, sumada a una más en el noveno (solo puso el guante en la lona), marcaron la diferencia de una pelea pareja, muy competitiva y volcánica.
Fue un pleito que inició siendo algo soso, con ventaja clara para un campeón, que a medio gas retenía la corona y que al tumbar a Juan Alfonso Keb prendió la chispa de un duelo memorable.
CICATRIZ PERPETUA
Pero ni las palabras de aliento de Don Eduardo, ni las de su familia bastaron para borrarle la cicatriz que esa noche se perpetuó en su corazón, a la que en 2003 se añadiría una más grande por su aún más doloroso revés con el campechano Aguirre.
Hoy, a 20 años, recordamos la gran pelea Keb-Guardia, o Guardia Keb, como usted quiera llamarla (el orden de los factores no alteró el gran producto que resultó ser), aún con mucha emoción y reconocimiento para ambos guerreros.