Mérida.- Símbolo de los Leones de Yucatán y de la pelota mexicana, Luis “Rayo” Arredondo Tiznado llega este día a la emblemática, icónica edad de 50 años, de los cuales, casi la mitad, 22 años, los dedicó a jugar como pelotero activo de la Liga Mexicana de Béisbol (LMB).
El sonorense (Guaymas 11 diciembre 1971) logró en esa media centuria, además de una linda familia, meterse a la historia del béisbol mexicano que aún le debe un nicho en el Salón de la Fama, a donde trató, pero no pudo llegar en la elección que tuvo lugar en diciembre de 2020.
No importa, seguramente llegará, pues tiene los merecimientos.
El principal, nos parece, lo alcanzó aquél domingo 2 de junio de 2009, al concretar su robo de base 491 ante los Olmecas de Tabasco, para relegar a Antonio Briones y convertirse convertirse en el líder de los “cacos” de todos los tiempos de la LMB.
Habían transcurrido 21 años desde la hazaña de Briones, quien la estableció en el ya, cada vez más lejano, año de 1988, dos años antes del debut del “Rayo” Arredondo en la Mexicana.
Ante una buena entrada, el pundonoroso gamo y eficiente, constante, efectivo bateador, estableció una de las marcas más importantes que se recuerden en la ya larga, riquísima historia de nuestro queridísimo parque Kukulcán, cuyo segundo cojín fue el trofeo para la estafa más importante, al menos del siglo XXI, en la pelota mexicana.
Levantado en hombros por sus compañeros de los Leones, el “Rayo” Arredondo dio una especie de vuelta olímpica por el lunetario del Kukulcán, con la base en sus manos, como testimonio de su marca más conocida, que no es la única.
Tiene, hasta donde recordamos, el récord de la LMB como jugador con más temporadas consecutivas (19) bateando al menos 100 imparables (1991-2009).
Dijo adiós como pelotero activo de la LMB con dos mil 815 hits, en el tercer sitio de todos los tiempos (sigue ahí), detrás de Jesús Sommers, con tres mil cuatro, y Nelson Barrera, con dos mil 937. Superó a Héctor Espino y Daniel Fernández, quienes vienen detrás suyo.
Asimismo, 116 triples (únicamente superado por Gonzalo Villalobos, con 136), además de mil 646 carreras anotadas (solo después de las mil 837 de Danny Fernández).
En 2013, los Leones de Yucatán, con los que jugó 14 de sus 23 campañas en el circuito de verano, lo inmortalizaron en un emotivo homenaje.
En esa ceremonia, los melenudos retiraron de la organización su ya mítico número 2, sudado durante esos 14 campeonatos en los que ganó un título y un subcampeonato.
“El Rayo” de Guaymas nunca fue campeón de robos en campaña alguna, pero siempre compitió entre los mejores y su consistencia de juego explosivo le permitió, con el paso de las temporadas, lograr ser el líder histórico en ese rubro.
Tipo algo reservado, pero amable y siempre caballeroso, se ganó el respeto de los fans por su rendimiento en el campo, y también su aprecio por su buena conducta y por saberse integrar a la afición yucateca, junto con su apreciable familia.
De todo el tiempo que permaneció con los Leones, su único mal momento fue antes de la temporada de 2010, cuando al no aceptar el salario que los melenudos le ofrecían para ese año, justo en el plazo límite para llegar a un acuerdo y firmar, fue congelado por la LMB.
Fue una buena despedida para un hombre que en un buen movimiento para los Leones, llegó en 1997, procedente de los Diablos Rojos del México, a cambio de un pelotero consagrado, pero que nunca quiso jugar en Yucatán: Eduardo “Tin-Tan” Jiménez.
No en balde, viajó fuera de temporada hasta Mérida, en enero de 2008, por su propia cuenta, para asistir a las exequias por el fallecimiento del Presidente de los Leones, Gustavo Ricalde Durán.
En una muy emotiva y sentida ceremonia, el “Rayo” estuvo entre los que cargaron, aquél miércoles 16 de enero de 2008, el ataúd del directivo, a quien de esa manera reconoció por haberlo traído a formar parte de la novena con la que haría historia.