Mérida- “Manny” Pacquiao era aún un boxeador en ascenso y en ruta a convertirse en el mejor púgil filipino de la historia ese sábado 8 de abril de 2000.
Ese día, por la tarde, la para entonces ya leyenda nacional del archipiélago asiático y el segundo mejor de ese país en cualquier época, sólo detrás de Gabriel “Flash” Elorde, se pesaba en el gimnasio San Francisco de Asís de esta ciudad buscando llegar a la frontera de los 57.152 kilos y, así, tratar de recuperar seis días después el cinturón que subió a defender previamente en ocho ocasiones.
Con toda la experiencia del mundo, o mejor dicho del universo y un colmillo que arrastró desde California, donde residía, Luisito Espinosa se acomodaba la concha y la careta para subir al ring del vetusto, histórico gimnasio meridano, para hacer su primera y única sesión de sparring en suelo yucateco.
DE FILIPINAS A YUCATÁN
El “tigre asiático”, con pants obscuros, camiseta blanca, aceptó intercambiar golpes durante cuatro o seis rounds (ya no recuerdo bien) con un “pumita yucateco“ que apenas gateaba cuando él ya era boxeador profesional.
Ante una reducida concurrencia y un único periodista local al que el equipo de Espinosa permitió permanecer (fue quien esto escribe y que fue su traductor), Luis “Pumita“ Fuente subió al más importante compromiso que había tenido en su carrera de poco más de tres años y en la que no había llegado al estatus de boxeador de rounds.
No era una pelea en forma, no eran más de 10 personas que iban a verlo tirar guantes con Espinosa quien con 13 peleas de título mundial y dos campeonatos (gallo y pluma),pero Fuente subió como si fuera a disputar la corona del orbe.
El aún prospecto yucateco subió a aprender, en el papel, pero terminó, de manera inverosímil, dándole una lección el filipino que días después intentaría recuperar su corona ante Gustavo “Guty“ Espadas en pleito por el cetro universal vacante de peso pluma del CMB.
Fuente, rápido de manos y con una pegada no anestesiante al primer impacto, pero sí de respeto, le cayó al filipino con golpes de todos ángulos, viéndose siempre mejor, vivo, rápido de piernas, oportuno en sus desplazamientos y en su golpeo.
Abajo, su padre y alguna vez retador al título mundial gallo contra Raúl “Ratón“ Macías, Leo Espinosa, evidenciaba su disgusto, quizás no por ver a su vástago superado, sino por lo mal que un prospecto, virtualmente un novato de solo 13 peleas, estaba haciendo ver a su legendario hijo.
Fuente, con mucha clase y educación, pues nunca se avorazó, ni ridiculizó a Espinosa, lo superó en todos los tres rounds que duró el guanteo, que no llegó al límite previsto a petición de la esquina de Luisito.
Claro, fue solo un entrenamiento, otra cosa, seguramente en ese tiempo, habría sido una pelea en forma con la experiencia y fortaleza del filipino ante un jovencito de menos de 20 años como Fuente era.
El “Pumita” pasó su prueba con honores ante una reducida concurrencia en la que si mal no recuerdo también estaba su apoderado Mario Abraham, el publirrelacionista de Top Rank, Ricardo Jiménez, el productor de Direct TV, Rick Seara y el promotor Guillermo Brito, además de Edilberto “Beto” Rivero, Jesús “Chucho Basto y quizás, Román Acosta.
El viernes 14 siguiente, ambos, Espinosa y Fuente, subieron al ring del Polifórum Zamná ante una concurrencia de unas seis mil personas (no se llenó en parte por jugar ese día los Tigres, aún de México, y por una mala campaña de un sector de los medios).
Fuente noqueó en su presentación en su primera función de gran calado al capitalino Arturo García, dirigido por Ignacio Beristáin y minutos después, tras una soberbia actuación de Juan Alfonso Keb sobre el jalisciense Gabriel “Pelón“ Muñoz, Espinosa subió para enfrentar y perder con “Guty“ Espadas jr. en una pelea ríspida, áspera, de boxeadores no dechados de técnica, pero sí fuertes, valientes y con mucho oficio.
Ese día, “Guty“ se convirtió en el primer ser humano de la historia en imitar a su padre como campeón del mundo de boxeo, marcando el pase a la posteridad de su apellido y mote.
Los Espinosa lo intentaron con años de diferencia, pero el padre no pudo con el “Ratón“ Macías en la década de los 50´s y el hijo lo logró en dos oportunidades, pero la tercera no fue la vencida, a pesar de que la opinión pública mundial lo consideraba relativo favorito.
Espadas jr. tras un tórrido pleito ganó por decisión técnica en 11 rounds y se convirtió en el sexto campeón mundial yucateco.
Fuente, quien acabó con García en dos episodios, rugió más potentemente que los Leones y Tigres en el vecino Kukulcán y se confirmó como un gran prospecto.
No llegó a la meta, pero tuvo una carrera interesante con varios triunfos en distintos países y ante rivales de buen nivel, incluso en Europa.
Hoy día vive de manera decorosa y tranquila con una bonita familia y con el boxeo, seguramente, como un buen recuerdo.