Atlanta.- El boxeador más querido de la afición afroamericana y menos ponderado de la lista de los mejores del mundo, Gervonta Davis, noqueó aquí esta noche en 11 rounds al valientísimo Mario Barrios, para poner fin, de una manera esplendorosa a una pelea nada fácil en la que llegó, incluso, a estar abajo en las tarjetas.
Davis definió una pelea nada fácil, pero que ya ganaba clara, aunque no ampliamente, con un gancho al estómago de Barrios, quien se hace llamar el Azteca, por sus raíces mexicanas, aunque es de nacionalidad estadounidense.
Desfondado, Barrios se fue de rodillas a la lona, de donde se levantó lastimado, para ser objeto de un nuevo ataque de Davis, que obligó la intervención del réferi para ponerle alto a la pelea.
El triunfo, en esta pelea de invictos, permitió al ídolo de casa no sólo mantener su aureola imbatible, sino capturar el campeonato mundial súperligero de la AMB (esa entidad boxística, o lo que quede de ella también tiene un súpercampeonato mundial súperligero).
Hasta antes del último round, el retador iba arriba no más de tres puntos del campeón que empezó bien el pleito y así fue en los cuatro primeros episodios en los que el buen manejo de su jab mantuvo a raya y sumó puntos el el rostro del moreno, arengado por decenas de miles de sus paisanos y por su “padrino” Floyd Mayweather.
LONGITUD Y ALTURA
La gran altura de Bariros y la longitud de sus brazos marcaron el paso de la pelea en la que Davis no atinaba a imponer su vertiginoso ritmo y sus ganchos y uppers, usualmente mortíferos.
Barrios hacía la pelea que le convenía, golpeando, pero sin engolosinarse y sin descuidar la defensa, al mismo tiempo de inhibir los eventuales ataques de “Tank” Davis.
El campeón trataba de no perder la concentración de la pelea que hacía, no avasalladora, no contundente, pero sí efectiva sobre un difícil y durísimo oponente al que hasta entonces había mantenido con la pólvora mojada.
Todo comenzó a cambiar a partir del quinto round, cuando Davis, fiel a su apodo, se convirtió en un tanque y empezó a revertir la distancia y a entrar al terreno que necesitaba, para conectar sus latigazos desde distintos ángulos.
Para el sexto, siguió avanzando, y ya, por fin obligar a Barios caminar hacia atrás priorizando la defensa por encima del ataque. Davis más confiado, impone ya su pelea, sobre la de Barrios.
El campeón, algo confundido, dejó de hacer lo que tan buenos resultdos le dio en el primer tercio del duelo: soltar el jab, pero también olvidó otra cosa: pegar abajo.
El dominio de Davis comienza a ser manifiesto, y ello fue más que evidente en el octavo, cuando Gervonta alcanzó en el rostro a Barrios de manera plena, para mandarlo a la lona, de donde aquél se levantó desconcertado, mas no lastimado.
Seguidamente, “Tank” fue por él, y lo volvió a conectar, para, ahora sí, enviarlo lastimado al tapiz, de donde Barrios logró reincorporarse con más trabajo y sobrevivir la tormenta.
Barrios, a sabiendas de que ya estaba abajo en las tarjetas y de que la pelea se le estaba yendo, salió a evitar que Davis tomase ya dominio definitivo de la pelea y logró llevarse el episodio.
Lo mismo sucedió en buena parte del décimo, aunque hacia el final Davis sacudió y estremeció a Barrios, quien si bien soportó los mejores golpes del episodio, hizo el gasto en buena parte del mismo.
El final llegó luego de que Davis metió una especie de uppercut, que no logró desarrollar, pero que se estrelló a la altura del estómago de Barrios, quien se derrumbó de rodillas y aunque se volvió a levantar, muy lastimado, fue presa del castigo de Gervonta, que obligó al réferi a detener el pleito, tras una nueva y última caída.