Mérida.- Si alguien del béisbol, al menos en Yucatán, puede hablar de la COVID-19, ese es Mario Pastor Zapata Sosa.
A unas horas de volver a caminar los escalones hacia su zona de trabajo que, sin saberlo abandonaría por un año siete meses y 26 días, el Anotador Oficial de los Leones de Yucatán tiene mucho que hablar de su experiencia con el quizás peor y, eso sí, más global enemigo invisible en la historia de la humanidad.
En rápido viaje retrospectivo al 29 de septiembre de 2019, cuando con cigarro en mano bajó esas escaleras aún embelesado por la filigrana de César Valdez (para él la segunda mejor joya de pitcheo que haya visto en el Kukulcán, solo detrás del perfecto de Óscar Rivera) sobre los Acereros de Monclova en el quinto partido de la Serie Final, Mario resume todo en una frase:
“Son sentimientos encontrados”, dice lacónico.
“En primer lugar, como amante del béisbol, siento una emoción indescriptible por regresar y por otro lado, como trabajador del Sistema Estatal de Salud, puedo decir que la pandemia no se ha alejado del todo.
Empleado administrativo del Hospital Agustín O´Horán de esta ciudad, donde trabaja en el área de Recursos Materiales, este hombre que siempre anda de “equilibrista” en la difícil toma de decisiones del béisbol, reconoce que desde el año pasado, también ha aprendido a caminar sobre la cuerda floja entre la vida y la muerte a lo que la COVID-19 le ha obligado a él y a cientos de sus compañeros.
Una cuerda floja que, para su fortuna, ha estado firme y que para infortunio de muchos de sus compañeros no.
Varios de ellos, dice en entrevista con www.peninsuladeportiva.com, han caído de ella y no solo han enfermado, sino que han fallecido.
GOLPE DE LLENO
“El bicho” golpeó incluso de lleno a su familia, al arrebatarles a su prima hermana, la cantante Maru Boeta, quien se infectó y terminó falleciendo de ese mal.
“Los fallecimientos de los compañeros han aumentado el temor, con todo y que ya estemos vacunados”, agregó
Zapata, de 55 años y Anotador Oficial de los Leones desde 2007, tras la renuncia por motivos de edad de Don Rodrigo Rodríguez, informó que a diferencia de años previos, cuando trabajaba en el palco de prensa con reporteros y narradores, a partir de hoy permanecerá aislado en una cabina.
Trabajador en el Kukulcán desde 1990, con una excepción en 1994, cuando llegó a manejar la pizarra y a apoyar al sr. Rodríguez, confía en todo lo que se ha hecho dentro del parque y en los protocolos sanitarios para volver sin problemas, sobre todo porque ya está vacunado desde febrero.