Mérida.- Ejemplo de lo que debe ser el periodista deportivo y que se ha perdido con el paso del tiempo, Ángel Fernández sigue siendo el máximo referente de aquellos estoicos que abrazan la más golpeada rama de la por sí ingrata actividad del periodismo, a la que él, junto con algunos de sus contemporáneos convirtieron en profesión.
A 15 años de su muerte, que se cumplen este día, Ángel Fernández Rugama reverbera en la mente de quienes tuvieron la enorme fortuna de escucharlo en sus crónicas radiales o televisivas.
También en la de aquellos que lo leyeron en diarios y revistas y en la de los que no nacían cuando se había retirado, mediante las benditas redes sociales.
Dibujante de héroes míticos, de guerras ficticias, de circunstancias inéditas en la mente de decenas y decenas de millones de mexicanos y fanáticos del deporte de otros países, le dio a la actividad deportiva una grandilocuencia que nunca tuvo antes de él y que hoy día, virtualmente se ha perdido, para dar paso a la simplicidad y vulgaridad.
Culto, como solían ser muchos periodistas, que no cronistas deportivos, le confirió, con su ejercicio profesional, clase a la reseña, a la información y hasta al análisis del deporte.
Todo ello, combinado con su capacidad de improvisación, una chispa que encendía sus relatos y su voz metálica, estridente, pero no hiriente a los oídos, marcaron una época y lo hicieron, creemos, el máximo referente.
Empero, consideramos, había otros dos caballeros que estaban en su mismo nivel, pero no eran tan famosos por no dedicarse, al menos en medios electrónicos, a la reseña y crónica del fútbol, el deporte más famoso de este país: Antonio Andere y Jorge “Sonny” Alarcón.
Llegado primero a la radio tras comenzar su periplo periodístico en la prensa escrita, donde terminó de aprender a expresarse propiamente, lo que le permitió brillar en el micrófono, Don Ángel fue primero un conocido cronista del boxeo y del béisbol, donde fue conocido en la Ciudad de México y en plazas a las que el béisbol capitalino llegaba.
Tiempo después, ya con la familia Azcárraga dueña de un equipo de fútbol, tras no haber podido controlar al “Rey de los Deportes”, Fernández fue llamado a las filas de lo que era Telesistema Mexicano (empresa predecesora de Televisa) para narrar los partidos del América.
A partir de ahí, con el alcance de la televisión, se convirtió en la máxima figura del deporte fuera de los escenarios deportivos, fuera canchas, campos, o cuadriláteros.
Simpático, carismático, conquistaba a todos, aunque no faltaba alguno que otro crítico, que en su fuero interno reconocía su sobrehumana grandeza.; hasta apodos le ponían; por ejemplo: “Ángel Gritández”.
Su participación en la televisión trascendió, incluso, a los deportes y con su carácter llevadero, alegre, dicharachero, hecho en el barrio, fue animador de una expresión muy mexicana: los bailes populares.
Con elegancia y alegría amalgamadas, condujo programas de concurso y de bailes de música tropical, amenizando las presentaciones de grupos y conjuntos como “La Sonora Dinamita” y “Rigo Domínguez”.
Tras dejar Televisa, aceptó una oferta de Imevisión (Hoy TV Azteca), donde pasó sus últimos años de ejercicio periodístico, antes de comenzar su lejanía de la pantalla y los micrófonos.
La última vez que lo recordamos en la televisión fue en una breve aparición que tuvo con el equipo de Televisa en el Mundial de Francia en 1998.
Ya aquejado de diversos problemas neurológicos, fue decayendo en su salud, hasta que en un día como hoy de 2006, ingresó al campo de lo etéreo, donde halló seguramente a los personajes que lo inspiraron a retratar sus leyendas y en diamantes, canchas y cuadriláteros y a “rebautizar” a decenas, cientos de deportistas con singulares apodos.
Entre esos motes, figuran, ni más, ni menos que el del “Coloso de Santa Úrsula”, por el Estadio Azteca, “La Máquina Celeste”, por el Cruz Azul, y el “Rebaño Sagrado”, por las Chivas Rayadas de Guadalajara….y como esos, una lista extensísima que duraría horas recordar y plasmar.
Hoy, a 15 años de su partida, cuando tenía 80 años, recordamos con mucho cariño y nostalgia, ya no con tristeza, al ser que le dio un halo de grandilocuencia al periodismo deportivo y, en particular, a su reseña y crónica. (QEPSD) Que en Paz Siga Descansando Ángel Fernández Rugama.