Mérida.- Con todo en contra, menos el destino y la confianza en sí mismo, reafirmada por Jesús Rivero Gamboa, Miguel Ángel Canto Solís lograba hace 50 años como hoy el más grande hito en la historia del deporte yucateco.
Con un frío apenas arriba de los cero grados centígrados que obligó a prender el sistema de calefacción, el joven de 26 años subía a su segunda y quizás para entonces última oportunidad de ganar un título del mundo.
Su entrenador y mánager, joven también aún, aunque ya maduro, solo supervisaba en la esquina lo que ya sabían que iba a ocurrir en la tarima instalada en el Miyagi Sports Center.
Y sí, así como idearon la estrategia desde Mérida, la pelea se presentó para aplicar en ella todo lo analizado, entrenado y planeado a 11 mil 578 kilómetros.
Canto recibió, soportó, eludió y respondió las acometidas y ráfagas del campeón que trataba de entrar a la distancia del retador, casi 10 centímetros más pequeño que él (1.63 por 1.54), pero no quedarse para no ser contragolpeado.
Empero, poco a poco fue él quien tomó esa iniciativa, para ir sumando los puntos que aunque de manera ajustada le dieron la victoria por decisión mayoritaria (dos a favor y un empate), para lograr el tercer hito en la historia del deporte yucateco.
HITO
Ya el ingreso de Yucatán a la Liga Mexicana de Béisbol 21 años antes y la primera participación de un yucateco en Juegos Olímpicos en 1968 (Miguel Medina Gutiérrez) habían significado un gran cambio a favor del deporte de Yucatán.
Pero lo de Canto, en una época en la que ser campeón del mundo revestía real legitimidad mundial, superaba esos dos logros previos.
Era un “salto cuántico”, que marcó el fin de una época buena, y el inicio de una excelente, la mejor, protagonizada por él y secundada por otros cuatro paisanos suyos a quienes abrió la puerta para trascender en la historia.
Así, en el amanecer del miércoles 8 de enero, México tenía a su segundo campeón mundial mosca (el primero fue el michoacano Efrén Torres) y Yucatán a su primer monarca del orbe.
Su coronación, como señalamos, marcó un antes y un después, con la incursión de otros cuatro campeones (muchos años después vendrían dos más), siendo él, hasta hoy, el más brillante de todos ellos y de cualquier otro deportista nacido en Yucatán.
Así lo recordamos hoy, a 50 años de su ascenso al olimpo del boxeo y de la historia
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