París.- Fiel a su estilo dramático en estos juegos, el boxeador sinaloense Marco Verde hizo estrujar el corazón de 130 millones de mexicanos que sufrieron, con él, los minutos previos al veredicto en el que dejaron salir de sus pechos el aire, tras escuchar que había ganado el durísimo duelo que sostuvo esta tarde aquí con el digno, combativo británico Lewis Richardson en las semifinales de la división de -71 kilos del torneo de boxeo de los Juegos Olímpicos de París.
El triunfo, tercero del de Mazatlán en estos juegos, le significó avanzar a la gran final de su división y asegurar, al menos, la medalla de plata de ese peso en estos juegos.
Significó, asimismo, la primera vez que el boxeo mexicano estará en una final de Juegos Olímpicos, luego de, exactamente, 40 años, cuando Héctor López lo logró en Los Ángeles 1984, donde perdió ante el ítalo Maurizio Stecca en la división gallo.
En otro emotivo encuentro del mexicano en estos juegos en las instalaciones, usualmente tenisticas de Roland Garros, los presentes y los millones de fans que lo vieron alrededor del mundo, lo vieron salir con todo y tomar la ventaja en el primer episodio.
Con su buen alcance de brazos, manejó esa distancia, para mantenerse lejos y conectar oportunamente la humanidad del insular que vino por sus fueros en el rounds complementario.
Así, Richardson remontó indudablemente la pelea en ese round dos, aparentemente por superioridad, o quizás por estrategia del americano, para venir con todo en el tercer episodio, lo cuál no parecía ser aconsejable y demasiado riesgoso.
Para el tercero y último el inglés pareció seguir con el mismo ritmo de segundo round e incluso cortó en el rostro al mexicano que no se dejó ir y sin dejar de tirar golpes, vino con lo que le quedaba, para tomar el control, dar algunos pocos, pero manifiestos golpes a su rival.