Mérida.- Península Deportiva ofrece un sencillo reconocimiento a una de las más grandes y, también menos reconocidas figuras del boxeo mexicano al cumplirse hoy 50 años de su última pelea.
Vicente Saldívar, quien fue el boxeador mexicano más sobresaliente de la década de los 60´s, se bajó para siempre de un ring, para competir en una fecha como hoy de 1973.
El “Zurdo de Oro”, en aquél martes (día muy atípico para el boxeo) en Salvador de Bahía, Brasil, peleó por última vez ante la máxima y, creemos, única gloria de aquél país, Éder Jofre.
Quiso recuperar el cetro mundial de los plumas, que ya había tenido en dos ocasiones, pero el “Gallo de Oro” confirmó, ante él, su enorme calidad, noqueándolo en cuatro episodios.
Vicente no estaba “listo”, apenas había cumplido 30 años unos meses antes y no era un boxeador sumamente golpeado a lo largo de sus 39 peleas previas, pero en una decisión que creemos tomó después, ya con la mente despejada, decidió que la de aquél día fue su última vez en un cuadrilátero con los guantes calzados.
En sus 39 peleas previas, había logrado 37 éxitos, 26 de ellos por la vía rápida y en ese trayecto venció a gente de primerísimo nivel.
Entre ellos estuvieron el francés Johnny Famechon, Ultiminio Ramos, Ismael Laguna, José Legrá y otros sumamente competitivos internacionalmente, como Floyd Robertson, Raúl Rojas, Howard Winstone y Mitsunori Seki, entre otros.
Campeón nacional de peso pluma, cuando ese cetro era un blasón del que cualquiera que lo poseyera podía, con fundamentos estar orgulloso, Vicente Saldívar fue concebido como un gran proyecto del boxeo mexicano para esa década de los 60´s, con todo y que su estandard físico no advertía un gran futuro para él.
Compacto, muy pequeño para los pesos plumas, con una estatura que, bien podría ser para un peso mosca, nuestro héroe ganó el campeonato de los Guantes de Oro de la Ciudad de México, casi siendo un niño, en la división de los gallos.
Vicente Saldívar fue campeón mundial de los plumas en dos ocasiones, primero batiendo, contra los pronósticos de muchos, al excelso cubano Ultiminio Ramos.
A “Sugar” Ramos lo venció por nócaut técnico en el Toreo de Cuatro Caminos el 26 de septiembre de 1964 y tras abdicar a ese cetro, regresó el 9 de mayo de 1970, para ganarlo en la “Ciudad Eterna”, ante Famechon.
Después de ello, guardó un perfil discreto, poco se supo de él en lo boxístico o en lo extraboxístico, hasta su repentina, súbita, increíble y muy dolorosa muerte el 18 de julio de 1985, cuando apenas tenía 42 años.
Las causas de su muerte nunca quedaron aclaradas, así como tampoco, que habría sucedido en caso de un hipotético, pero imposible duelo (por pertenecer a diferentes épocas) con quien mejor lo sucedió, Salvador Sánchez.
Pertenece al Salón de la Fama del Boxeo Internacional de Nueva York, desde 1999.