Mérida.- Ángel “Camaleón” Ayala y Miguel Berchelt salieron airosos esta noche en los dos pleitos principales de la maratónica, pero magnífica función presentada por Max Boxing y su socia Zánfer que, en el día cabalístico de fenómeno astronómico solar, vieron, precisamente, eclipsado el evento por veredictos para olvidar y que servirán de ejemplo de lo que no debe de suceder, no solo en una velada de este tipo, sino en cualquiera.
Para acabarla de “amolar”, aunque el término preciso sería “joder”, el normalmente certero anunciador Pablo Flores se confundió a la hora de dar el veredicto de la pelea del “Camaleón”, al que tras declarar primero como perdedor, terminó anunciándolo como ganador, con el desconcierto, inicial y posterior rosario y comprensible retahila de mentadas de madre del público que asistió en bajo número al Polifórum Zamná.
SEGUNDO OBSEQUIO EN FILA EN MÉRIDA PARA EL “CAMALEÓN”
En el turno semifinal, que por su importancia deportiva debió ser el estelar, el nicaragüense Félix Alvarado fue despojado por una tercia de ineptos, estadounidenses dos de ellos y otro un filipino, de un claro triunfo ante el capitalino-mexiquense Ángel “Camarón” Ayala.
El mexicano, quien en su anterior pelea, siempre en esta ciudad, fue obsequiado con un triunfo ante el regiomontano Luis “Gallo Giro” Rodríguez, ya debe haberle agarrado gusto a los codzitos, pues luego de una refriega de 12 rounds de continuo intercambio de golpes, fiue declarado vencedor por los solones (114-113 los tres), quienes le dieron un punto de ventaja sobre el durisísimo tirapiedras centroamericano, para hacerlo ganador.
A nuestro parecer, la pelea fue 116-111 (hubo una caída de Ayala), en favor del centroamericano, quien quedó con marca de 39-4-0 con 34 puestos fuera de combate.
Ayala (17-0 con 7 kos) se la rifó como los machos y aguantó, como pudo y como Dios le dio a entender las cincuenta mil toneladas de cuero que Alvarado le tiró, y que él le respondió en una cantidad cercana a esa, para llegar a la meta de los 12 asaltos y ganar de manera injusta el pleito y la posibilidad de disputar la corona mundial mosca de la FIB.
Alvarado mostró quién es desde el inicio y en el mismísimo primer round sorprendió al “Camaleónn” con un gancho de derecha a la cabeza que lo puso en el tapiz para la cuenta de protección.
Dañado, pero no “listo”, Ayala se reincorporó y siguió en la brega aguantando lo que le caía, pero él también tirando y golpeando en una pelea que desde entonces y hasta el último campanillazo fue sorda y por momentos, brutal.
En el tercer asalto, las cosas empeoraron para el mexicano, quien casi al término de ese primer episodio, tras un aparente choque de cabezas, recibió un golpe que le hizo un ojal en la ceja izquierda.
Le consultamos al visor de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), el boricua Roberto Ramírez, quien nos precisó que el réferi Chris Flores (estadounidense) le indicó que la laceración fue derivada de un golpe.
Así con la cuesta muy para arriba, el “Camaleón” primero soportó, puso su mente en orden y trató de ascender en la pelea, pese a la amenaza que la herida suponía por un eventual nócaut técnico.
El médico del ring, el competente dr. Fernando Bautista Buenfil permitió al capitalino proseguir en la refriega, lo cual, cómo se vio después, fue una decisión acertada.
En el sexto, Ayala, con una excelsa condición física, mejoró golpeando al cuerpo, frenando a Alvarado, quien, quizás decidió tomarse un respiro.
El paisano de Alexis Argüello regresó por sus fueros para el resto de la pelea, pero encontró férrea resistencia del mexicano, quien boxeó bien y aguantó mejor los embates de su rival.
Ayala se vio bien en el octavo y noveno ante un quizás poco desconcertado Alvarado, que no dejó de presionar y hacer el gasto de la pelea, para venir con todo en el “xix” del pleito.
Si bien no lo dominó plenamente, Alvarado causó el mayor daño en esos últimos episodios de la pelea que terminó a ritmo frenético y que merece ser la mejor de 2023 en Mérida, al menos hasta ahora.
Fueron rounds muy disputados, pero la agresividad de Alvarado y la contundencia de sus golpes no dejaron, o no debieron dejar duda de que él mereció el triunfo.
Para regarla, a la hora del anuncio, cuando la mención del triunfo del extranjero era esperada como un trámite, el buen amigo anunciador, Pablo Flores, dio a conocer el veredicto unánime de los solones de 114-113 y añadió su clásico: “De Managua, Nicaragua, Félix Alvaradoooooo”.
Pero enseguida, rectificó y precisó que el triunfo”se va para la Ciudad de Méexicooo”, generando un desconcierto, y alegría en donde había tristeza y enojo y hasta furia en donde todo era felicidad unos instantes atrás.
El público, en una reacción afortunada, porque demostró que puede entender una pelea de boxeo con objetividad, reprochó el triunfo del mexicano y comenzó a chiflar, primero, y a mandar a ch a su m al buen Pablo al que de “pentonto” no bajaron.
La esquina de Alvarado se bajó infinitamente indignada y molesta y un integrante de ella, un hombre mayor, de greñas largas y ya blancas, ya andaba buscando bronca con el que sea.
Es menester dejar en claro que en esta decisión nada, absolutamente nada tuvo que ver la Comisión de Boxeo de Mérida, pues los jueces encargados de la pelea fueron oficiales de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), que fue el organismo que la sancionó.
Finalmente, todo se calmó, para dar paso a la pelea estrella del “double header” (doble pelea estrella), donde se esperaba algo mejor a lo recién sucedido, pero que resultó peor.
Así, Miguel Berchelt subió a la tarima en medio de un gran recibimiento tecnológico y del público, para reaparecer, luego de casi dos años, tras si derrota ante Jeremiah Nakathila.
Su rival, el argentino Diego “Profeta” Ruiz subió sin temor alguno, pero sí era evidente que físicamente era inferior al ex campeón del mundo que en lo poco que duró el pleito no solo no le mostró temor alguno, sino que buscó castigarlo.
Berchelt tuvo una ligera ventaja en los seis minutos de pleito en los que cimbró, mas no tuvo en malas condiciones al sudamericano, que tras irse a su esquina para el inicio del tercer episodio, no salía, generando un retardo en el comienzo de la pelea.
Su esquina comenzó a retirarle el guante y él, entre muecas de dolor, dejó ver que se había lesionado, por lo que el réferi Mario “Ex Bigotes” Mena, detuvo las acciones, dando por concluido el pleito.
Seguidamente, inició una reacción inexplicable e injustificable de felicidad del lado de Berchelt, pues si bien la pelea había concluido, no fue por una causa atribuible a su desempeño boxístico, sino a un circunstancial infortunio.
Al no haber cesado la pelea en el cuarto asalto, era imposible decretar una decisión técnica y lo que correspondía, acorde los más elementales cánones boxísticos era no un No Contest (como varios supusieron), sino una No Decisión, o SIn Decisión.
El No Contest se deriva de la falta de acción, de participación, o de combate de ambos contendientes, por lo que ante su apatía para pelear, el réferi los baja del ring, como sucedió hace ya unos 50 años (fue la última vez en Yucatán) con José Baquedano ante Gustavo García.
Así, imposibilitado fíicamente para seguir peleando y no por el daño inflingido por su rival, sino por un accidente, que no evidencia superioridad del contrario, era imposible decretar ganador al oponente, en este caso, Berchelt.
Ante esto, personalmente le expusimos nuestra inconformidad al Presidente de la Comisión de Boxeo de Mérida (CBM) y comisionado en turno, José Manzur.
Don “Pepe”, en consecuencia, nos respondió inicialmente que la decisión del nócaut era correcta, aunque luego señaló que en todo caso correspondía una decisión técnica médica (lo que no aplicaba por no haber transcurrido el número necesario de rounds).
En todo caso, de haber sido esa decisión técnica, deberían de haberse leído las tarjetas, lo que tampoco ocurrió, siendo un lamentable error que constituyó una injusticia para el argentino, que no debió perde y un resultado icorrecto para los presentes, muchos de los cuales eran aficionados de nuevo cuño y que se quedaron con la idea de que ese nócaut técnico era lo correcto.
Nosotros respetamos, por supuesto, las decisiones de la CBM y, por supuesto las de don José, al que además estimamos, pero no creemos, sino estamos seguros de que en esta ocasión se cometió un yerro por demás lamentable, que, desafortunadamente, quedará como un precedente muy negativo en su gestión, que ojalá en el futuro no vuelvan a cometer.
Al respecto, el buen amigo, sr. Eduardo Lamazón, presente en el acto y que era la única fuente objetiva y suficientemente conocedora a la que podíamos consultar, coincidió en que lo correcta era la No Decisión.
No hay que hacer tampoco leña del árbol caído, pero sí señalar lo ocurrido, sobre todo para que los aficionados conozcan la reglamentación boxística establecida desde hace generaciones, para evitar que esta época “Acanelada” del boxeo, con tongos y disparates al por mayor, se prolongue en el futuro por venir.