Por Juan Carlos Gutiérrez Castillo (publicada el 28 de marzo de 2012).
Mérida.- Jesús Manuel Erosa Argüelles es quizás el único chiapaneco que, a 30 años de la erupción volcánica más intensa del México moderno, se asume como beneficiado y no como damnificado por el estentóreo, explosivo accionar del cráter que cambió su vida y hasta le confirió una nueva identidad.
Erosa Argüelles, un singular personaje nacido en Chiapas, pero adoptado y muy querido en Yucatán, narra a 30 años del estallido del “Chichonal”, la aventura que lo trasladó a Yucatán, donde, afirma, salvó su vida, no por evadir los efectos del volcán, sino por la adicción que lo estaba matando y que logró erradicar en esta tierra.
En entrevista con península deportiva, este folclórico hombre, ave de tempestades, multifacético, pues ha sido contador, chofer, aspirante a músico, reportero y réferi de boxeo, cuenta el inicio de la segunda parte de su vida a partir del despertar del coloso chiapaneco hace 30 años como este día.
Erosa Argüelles, o mejor dicho “Chichonal”, como todo mundo y “hasta las piedras” le dicen, se mimetizó virtualmente con el volcán, pues aunque en su acta de nacimiento ese mote no figura, seguramente lo estará en su lápida mortuoria, aunque todos confían en que falta mucho para eso.
En tanto, relata la historia que lo apartó de su tierra natal y le salvó la vida:
“Esa noche salimos del Cine Quintero (en Pichucalco a unos 25 km. del volcán) y vimos luces de colores en el cielo, como pirotecnia y luego, poco después, como a las 12 de la noche comenzaron a caer como piedritas y súbitamente, en el suelo comenzamos a sentir como si pasaran barriles bajo nuestros pies”.
“Eso duró hasta las dos de la tarde del día siguiente (29 de marzo) y al salir a la calle no era posible ver a tres metros de distancia y ya habían problemas para respirar por la ceniza que caía, sobre todo en los niños, entre ellos mi bebé Guillermo de cinco meses”, comentó.
La verdad es que las autoridades no estuvieron del todo bien, entre ellos “los del gobierno del estado que lo único que vi que hicieron fue llegar al hotel Vila y chupar los tragos, pero el que sí se movió y ayudó fue el alcalde Manuel Carballo Bastar que sí se preocupó y nos ayudó”.
De acuerdo con “Chichonal”, hubo mucha gente muerta, sepultada por la ceniza, entre ellos un tío suyo, originario de su pueblo natal, Ostuacán, quien falleció en Tabasco, pues “tragó mucho polvo”.
Ante el panorama, y por el riesgo a su salud, la de sus padres, esposa y sobre todo de su bebé, el entrevistado tomó una camioneta con los integrantes de la “Marimba Lira de Pichucalco” y viajó a Mérida, tierra de su padre y donde él mismo cursó el primer año de primario en la escuela Nicolás Bravo, casualmente ubicada a unos pasos de lo que sería su nueva casa.
Dejamos todo, casa, amigos, cosas (que luego rescataron) y nos venimos a Mérida al Sindicato Único de Filarmónicos de Yucatán (SUFY), donde me dieron una habitación para vivir y es que podía llegar con unos parientes que tenía aquí, pero soy de los que creen en eso de que “el muerto y el arrimado a los tres días apestan”.
A la Marimba la conocían porque venía mucho a Mérida y su líder, Manuel Pérez Camacho trabajó con “El Chino” Herrera, legendario histrión yucateco y así comencé mi nueva vida aprovechando mis conocimientos como contador privado (título adquirido en Pichucalco) haciéndole sus contratos a los músicos y pagándoles sus impuestos.
Con ingresos que le permitían apenas sobrevivir, pero con una simpatía, chispa y sentido del humor que sólo pueden concebir, quienes lo conocen, “Chichonal” se involucró accidentalmente con el oficio que le permitió vivir de manera más decorosa, aunque siempre sencilla: el periodismo.
Recuerda que un día, en su hasta ahora “oficina”, el café Nicte Há, en los bajos del Palacio de Gobierno, conoció gente afín al desaparecido “Diario de la Tarde” (una publicación muy modesta), donde le sugirieron hacer comentarios de su pasión, o sea, el boxeo, por lo cual inició la columna “Balcón de Fistiana”.
Erosa fue afortunado, porque llegó a una tierra estrechamente vinculada con el deporte de los puños y fue precisamente el boxeo el que lo catapultó en 1985 a obtener un empleo en el también desaparecido diario Novedades de Yucatán, con apoyo de los periodistas Emmanuel Azcorra y Julio César Amer, por cierto, su jefe hasta hoy día en el Milenio Novedades.
A partir de entonces, siendo reportero y réferi, con un sueldo de 500 mil pesos mensuales de 1985 (500 de ahora) se vinculó aún más con el boxeo, donde su apodo de “Chichonal”, impuesto por “un señor al que recuerdo como Don Tin”, se hizo famoso en las publicaciones del legendario, inigualable cronista del “Diario de Yucatán”, “Juan Brea”, quien con su pluma mezclaba el deporte, con la idiosincrasia yucateca y la política.
Al paso de los años, “Chichonal” ha viajado por varias partes del mundo, pues ha sido, como réferi, miembro del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y amigo personal (en verdad) de su presidente, José Sulaimán, continuo asistente a convenciones y peleas de ese organismo, el más influyente del pugilismo mundial.
“Si no fuera por eso, no conocería más allá de Kanasín (poblado conurbado a Mérida”, dice en su particular manera.
Pero no es eso lo que recuerda con más cariño, sino el hecho de que a partir de su llegada a Mérida, logró vencer el flagelo del alcoholismo, con su ingreso el 5 de enero de 1983 a un grupo de AA, lo cual fue una satisfacción para su familia entera y sobre todo para su señora madre, doña Armenia Argüelles Pérez (quepd).
“30 años después te puedo decir que sí valió la pena dejar mi tierra, me benefició hacerlo, dejé el alcohol, dejé de sufrir, fue el mejor regalo que le di a mi mamá, que viera que dejé de tomar”, dice enjugando las lágrimas y conteniendo el llanto Erosa Argüelles, ya de 56 años, quien reconoce no tener bienes materiales.
“No tengo mucho, ni lo he tenido, pero sí tengo la satisfacción de que la comida nunca faltó en casa “, agrega el réferi que aunque en condiciones algo precarias pudo sacar adelante y hasta darle profesión y conseguirle empleo a sus hijos.
“No me arrepiento de nada de haber venido, sobre todo porque la gente me quiere mucho y me lo hace sentir y aquí me salvé, aunque también he tenido difíciles como la muerte de mi hijo Fernando (fallecido el 31 de julio de 1997), pero la vida es así, tiene momentos difíciles que hay que saber enfrentar.
Erosa, quien escribe de deportes en el periódico Milenio, de música en el muy popular De Peso, y habla de boxeo en la televisión local, tiene ahora un nuevo reto que es el de superarse y para ello busca acabar la secundaria en el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).
En tanto, seguirá caminando y comportándose en su muy particular manera, algo cantinflesca, con su morral de cuero y hablando en doble sentido, entre serio y bromista, a veces irónico, mientras llega la hora de seguir dándole pelea al destino sobre el ring de la vida en el que buscar permanecer mucho tiempo más…algo que comparten todos los que lo conocen…incluyendo hasta los que polemizan con él.