Mérida.- Un día después de su muerte, miles, quizás millones son los recuerdos de las decenas de miles de narraciones que Vin Scully realizó durante más de 60 años en el béisbol y el deporte en general en Estados Unidos.
Su ingenio, conocimiento del deporte y capacidad para decir la palabra exacta en el momento preciso y amalgamar todo eso en un alud de emociones que viajaban por todo Estados Unidos y muchas partes del mundo a través de ondas televisivas y radiofónicas, lo tenía como una leyenda viviente del micrófono. Hoy es ya un mito.
El sr. Scully, único sobreviviente de los Dodgers de Brooklyn que siguió siendo parte crítica, sí, pero también ferviente de los Dodgers de Los Ángeles, de quienes era su más ferviente fan, pero al mismo tiempo el más objetivo juez, murió ayer en California, dejando varios legados.
De todos esos, quizás el de aquel primer juego de la serie mundial de 1988 fue el más favorable, cuando narró el jonrón con el que Kirk Gibson, bateando lisiado en la salida del juego en la novena entrada, le dio la vuelta al partido ante los Atléticos de Oakland, para sacudir hasta sus cimientos al Dodger Stadium.
Como si fuera premonitorio, Scully dijo cuando Gibson se acercó a batear “renguando” con una piera: “Y miren quien viene a batear”, para minutos después, tras un prolongado duelo entre bateador y pítcher (Dennis Eckersley), exclamar:
“En un año que ha sido tan improbable, lo imposible ha sucedido y ahora la ínica pregunta que quedaba por hacer era sería si podría (Gibson) recorrer las bases sin ayuda (en alusión a que bateó con una pierna lesionada).
Ocurrente, Scully añadió que para él, el jugador más valioso para los Dodgers en esa campaña había sido “campanita” (el hada), por la buena suerte que habían tenido, pero “hoy, “campanita” le cedió su sitio a Kirk Gibson”….y como esa, hubo muchas, quizás cientos, o miles de este genial comunicador, transmisor de emociones que desde hoy narra en el palco celestial.