Ciudad del Carmen.- Una circunstancia de la vida, que se trastocó en muerte, nos arrebató hace 20 años al pelotero más insigne nacido en la Península de Yucatán.
Fue, sí, un absurdo, un inverosímil accidente el que llenó de energía el cuerpo de aquél que con tanta batería propia electrificó por decenios las grades del béisbol mexicano y, sobre todo, el corazón de los aficionados de los Diablos Rojos del México.
El Rey del Cuadrangular en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) se adelantó, forzadamente, en el camino hace exactamente 20 años, como hoy.
Nelson departía con familiares en una terraza de la planta alta de su casa en la capital campechana, cuando un toldo, cercano a él, mojado por la reciente lluvia, rozó unos cables de alta tensión que le dejaron ir miles de voltios en un instante.
Fue como si toda la energía acumulada en cada uno de sus 455 jonrones en la LMB pasara por su humanidad, para recordarle lo que fue, en el último momento de su existencia.
Al momento de partir tan sólo tenía 44 años, pero él ya era de lo más grandes de la historia. Su fama la construyó a batazos y su nombre es sinónimo de poder.
Nelson Barrera es el poseedor de la marca más codiciada en el beisbol, la de jonrones: 455 palos de vuelta entera en su carrera de 26 temporadas en la LMB.
‘”El Almirante”, quien fue bautizado así por el también insigne cronista, Don Óscar “El Rápido” Esquivel, porque nació cerca del mar, convirtió el 455 en un número de leyenda.
Sólo figuras de la talla de Nelson Barrera pueden darle magia a los números: él hizo del 455 algo épico y el 16 de su jersey es legendario.
A dos decenios de distancia, los lanzadores aún tiemblan cuando escuchan su nombre. En ocho temporadas en la LMB bateó arriba de .300, once ocasiones conectó 20 o más jonrones en una campaña, 19 veces bateó 100 o más hits y en seis temporadas produjo 100 o más carreras.
Es el dueño de marcas como la de más extrabases conectados en todos los tiempos (972), más carreras producidas en todos los tiempos (1,928), más bases obtenidas con hits en todos los tiempos (cuatro mil 872) y más jonrones conectados con casa llena en todos los tiempos (16).
“La figura de Nelson Barrera sirvió para que la afición regresara a los estadios” comentó a la LMB el cronista deportivo desde 1975, Don Pepe “Monterrey” González.
Su presencia llenaba parques. La gente quería ver a Nelson. Es de lo mejor en la historia de la LMB. Tenía un gran guante, su posición natural era la tercera base, luego pasó a la inicial y al final de su carrera fue bateador designado”, recordó.
Jugó en la Liga Central desde que era un chamaquito, a los 16 años: con Ébano en 1974, Lagos de Moreno en 1975 y Fresnillo en 1976.
Debutó en la LMB a los 19 años, en 1977, con los Diablos Rojos del México, quienes tenían a Benjamín “Cananea” Reyes como manager.
En 1981 y 1982 jugó con los Tecolotes de Nuevo Laredo, en donde fue parte de un orden al bat espectacular junto a Carlos Soto y Alejandro Ortiz.
De 1983 a 1991 vivió una época de gloria de regreso con la Pandilla Escarlata: fue campeón en 1985, 1987 y 1988, años en los que terminó de consolidarse como su gran figura.
El oriundo de Ciudad del Carmen, Campeche, en donde nació el 17 de octubre de 1957, llegó a jugar en sucursales de los Medias Blancas de Chicago: en 1985 con el equipo de Doble A en Buffalo. Con ellos bateó para .176, conectó dos jonrones y produjo cuatro carreras en 25 juegos.
“Él vivió una época de mucho racismo en Estados Unidos, trataban muy mal a los latinos. Se le complicó además la situación porque no hablaba inglés. Entonces lo mejor fue regresar a México, en donde ya era una estrella consagrada”, recordó “Monterrey”.
Entre 1992 y 1994 jugó con los Piratas de Campeche, en 1995 con los Diablos Rojos, de 1996 a 2001 con los Guerreros de Oaxaca y en 2002 con pingos y filibusteros.
Lideró la LMB en jonrones en 1987, en carreras producidas en 1987, 1988 y 1998, es segundo en la lista de más hits de por vida con dos mil 937 y sexto en carreras anotadas con mil 485.
De acuerdo con “Monterrey” González, “como ser humano fue magnífico. Era muy humilde. Siempre que le preguntaban sobre el récord de Héctor Espino, él siempre habló con mucho respeto del ‘Superman de Chihuahua’. Era un tipo callado y carismático. Él hablaba con su bat”.
Y los récords siguen y siguen, son parte de su legado que será eterno: más jonrones conectados en un juego de siete entradas (tres), más carreras producidas en una temporada para jugador mexicano (134 en 1987) y más jonrones conectados por un tercera base en una temporada (42 con los Diablos Rojos en 1987),
Luego llegó su etapa de manager-jugador. Su nombre ingresó al selecto club de los dirigentes debutantes que han sido campeones, tras guiar a los Guerreros de Oaxaca al título en 1998.
Los reflectores de todo el mundo del beisbol se centraron en su figura cuando atacó el mítico récord de jonrones de Héctor Espino:
El 6 de mayo del 2001 en Córdoba, conectó su jonrón 453, ante los disparos de Manuel Rodríguez, para igualar la marca del “Superman” de Chihuahua.
El 31 de mayo del 2001 superó a Espino, con un palo de vuelta entera en Oaxaca ante los lanzamientos de Gaudencio Aguirre, de los Olmecas; y el último de su carrera, el 455, fue el 3 de junio de 2001 en el Estadio Eduardo Vasconcelos: un bambinazo ante Alfredo García, de los Diablos Rojos, haciendo bueno aquello de que para que “La Cuña Apriete, Debe de Ser del Mismo Palo”.
Ingresó al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano en 2003, un año después de su partida.
Actualmente le sobreviven su esposa Luz Beatriz, sus hijos Elisa, Katya y Nelson Jr.
El número 16 de Nelson Barrera está retirado en tres de los cuatro equipos con los que jugó: Diablos Rojos del México, Piratas de Campeche y Guerreros de Oaxaca.
Su nombre y sus hazañas son parte primordial de la historia de la Liga Mexicana de Beisbol. Cada vez que un nuevo aficionado abra por primera vez el Quién es quién, preguntará de inmediato por Nelson Barrera y la leyenda del gran Almirante volverá a empezar.