Mérida.- Junior Granados, en pleno Día de Muertos, salió de la tumba boxística en la que su carrera parecía estar sumida a perpetuidad y viniendo de atrás, con todo en contra, pero con un par de pantalones que sólo los machos, muy machos como él pueden usar, prendió a un ya casi campeón Roque “Tejón” Mex, a quien no sólo le arruinó sus aspiraciones de ser campeón mosca de Yucatán, sino su marca invicta en la pelea estelar presentada esta noche por A&T en una Arena C.T.M que lució llena a más no poder.
Todos se conjugó esta noche, desde los astros, hasta las buenas decisiones en la oficina de A&T, que llevaron a una promoción inédita en la que la mejor pelea que hemos visto en años fue incluso grabada por Televisión (será transmitida el domingo a las 4 de la tarde por Sipse Deportes), para disfrute de los que podrán verla, pero que no se compara con el gozo de las alrededor de mil 200 personas (quizás más) que la presenciaron en persona y vieron un final de esos que se dan tres o cuatro veces por siglo en una plaza.
Luego de ir perdiendo el combate por decisión no amplia, pero sí inobjetable, Junior sacó fuerzas, no de flaqueza, pero sí de la falta de confianza en sí mismo, para ir en pos de su retador que ya andaba probándose su corona de los moscas y poniéndole el escudo de Valladolid.
Pero no, luego de 11 rounds, todos ellos volcánicos, pródigos en emociones, ambos salieron a darse con todo en el último round, por no haber una decisión segura para alguno (nos parecía que Mex ganaba por no más de dos puntos) y Junior Granados, en los 30 últimos segundos del combate, lo llevó hacia las sogas, donde lo golpeó abajo (golpe lícito) y lo acribilló, obligando al de la tierra de las longanizas a irse sentado, muy lastimado a la lona.
Empero, perdido en la nube de su mente, y en el cansancio, Mex dejó caer el protector bucal, evidenciando no estar en condiciones, para que Mena, brillantemente, detuviese la pelea a los 2:54, faltando solo seis segundos para el final de la pelea.
Quizás nada hubiera pasado en esos seis últimos segundos, la campana podría haber sonado decretando el fin y quizás el empate o una victoria por una nada para alguno de los dos habría sido el resultado final.
Empero, la correcta, precisa, honesta actuación del “réferi de los espesos mostachos” marcó el final, justo cuando debió ser. El réferi, en ocasiones como esta, debe parar el combate sin importarle si falten 5 o 100 segundos para el final. El boxeador está listo, por lo tanto no debe seguir.
Lo mismo sucedió en marco de 1990 cuando Richard Steele le paró la pelea a Meldrick Taylor contra Julio César Chávez, faltando solo dos segundos para que se consumara el triunfo del estadounidense, pero la paró cuando debió.
Una vez detenido el combate, Junior Granados trepó al vértice de una esquina y celebró de manera estentórea, siendo cargado por Silverio “Chamaco” Ortiz (III), que nos parece fue vital en su triunfo, dirigiéndolo en la esquina…(ampliación en breve)