Nueva York.- Leon Spinks, autor de una de las más grandes sorpresas en la historia del boxeo, murió ayer viernes a los 67 años.
Spinks mantenía, desde años atrás, una fortísima lucha contra el cáncer de próstata que finalmente perdió hoy 6 de febrero de 2021.
Spinks pasó a la historia, no por ser campeón mundial completo, sino por haberle quitado el título, apenas con unas peleas, a la más grande leyenda.
Allá, en una pelea algo ríspida, de no mucho lucimiento, venció cerradamente por decisión a Mohamed Alí.
Era solo su octava pelea y trepó a la gloria con una muy voluntariosa actuación de la que quedó en el imaginario colectivo su triunfo, el título y su sonrisa desdentada, “chimuela”, con un par de colmillos colgando dentro de su boca abierta.
Parecía, respetando ya su memoria, un “gorila”, que encarnaba todas las metáforas sobre los pesos completos.
Su carrera como profesional alcanzó entonces su cenit, aunque halló su ocaso pocos meses después, cuando se volvió a encerrar en un ring con Alí en Nueva Orleans.
Allá, en el gigantesco Superdome, fue superado por la maravilla de Louisville, quien boxeándolo lo derrotó para recuperar la corona de la AMB.
(El CMB le retiró previamente la suya para entregársela a Ken Norton).
EL PRIMERO TRES VECES CAMPEÓN DE LOS COMPLETOS
Esa noche, Ali se convirtió en el primer boxeador en la historia en convertirse en campeón de los paquidermos en tres ocasiones, y en recuperar la corona en dos ocasiones.
Su trayectoria como profesional auguraba aún una buena evolución con solo nueve peleas, pero jamás volvió a agarrar altura.
Las carretadas de dinero que había ganado tras esos dos combates le vinieron mal, pues comenzó una intensa, aunque breve cruzada de perdición en la que se quedó sin nada.
Y lo peor fue que no fue él único que “disfrutó” ese “rallye” de desenfreno que salpicó a muchos zánganos que lo acompañaron.
El mayor de ocho hermanos y, por cierto, el primero de todos ellos en morir, tuvo varios problemas de salud como infante y muchos malos ratos familiares.
Su papa León se especializó en hacerle la vida de cuadritos maltratándolo, pese a las peticiones de la madre, Kay, quien terminó abandonándolo.
A ello se sumó las palizas que sufría en las calles de Saint Louis, Missouri, donde nació un 11 de julio de 1953.
“A LA TYSON”
Como Mike Tyson, se guardó esas humillaciones y la indignación que le representaron, e hizo pagar a otros por ellas sobre elm ring, aunque en menor cantidad.
Su récord, al término de su ejercicio boxístico en 1995, fue de 26 triunfos, 14 por nócaut, con 17 reveses y tres empates.
Buscó el título mundial en dos ocasiones más (completo) con Larry Holmes y Dwight Braxton (crucero). Perdió por nócaut en ambas oportunidades.
Como amateur, tuvo la gloria de ser campeón olímpico en los Juegos de Montreal, Canadá en 1976.
Desde esos juegos, una pléyade de estelares de Estados Unidos, partió al estrellato profesional.
El peso mosca Leo Randolph, el ligero Howard Davis, su hermano Michael en peso mediano.
Y, también, el excelso de excelsos, Ray Leonard fueron una generación que enorgulleció perpetuamente a Estados Unidos con medallas de oro.
Todos ellos, a excepción de Davis, alcanzaron el título mundial como profesional.
Con su hermano Michael protagonizó un inédito caso de una pareja de hermanos campeones olímpicos en una misma competencia.
Tuvo hijos boxeadores, uno de ellos asesinado (León Calvin, quien usaba el apellido de su madre), durante una francachela.
Otro, Cory, se convirtió en el primer estadounidense, hijo de un campeón mundial, en imitarlo como tal.
Uno de sus nietos, León (hijo de León Calvin) también fue boxeador y conocido como León III.
León Spinks fue, sin duda un buen boxeador, no una gran estrella, hay que decirlo.
Empero, dejó detrás suyo, una serie de anécdotas destacadas y positivas.
Y logró, lo que una vez prometió, luego de una de las palizas de su padre, que dijo en público que él no sería no solo nadie, sino nada:
“Al precio que tenga que pagar, voy a tener éxito en algo”.
Y lo cumplió…que Descanse en Paz.