Los Angeles.- Los augurios de un comienzo electrizante de Serie Mundial entre las dos franquicias más representativas de las Ligas Mayores se cumplieron,con un aroma de felicidad, aunque sin el mismo drama del también primer juego de aquél Clásico de Otoño de 1988, el último jugado en esta ciudad.
Un Kirk Gibson, lesionado, cojo, casi lisiado, vino en aquél 1988 a desaparecer la pelota, para darle a los Dodgers la victoria número uno de aquella serie, sobre los Atléticos de Oakland.
Y hoy, ya instalados en otro siglo, Freddie Freeman emuló ese capítulo con un grand slam de oro, primero en la historia de las Serie Mundiales, para que los “Esquivadores” dejen sembrados a los Yanquis de Nueva York 6×3.
Freeman, quien ha sido marcado por un esguince en el tobillo derecho desde el final de la temporada regular y durante toda su participación dentro de los playoffs, disparó el cuadrangular con bases llenas en la décima entrada.
El batazo hizo olvidar por varios minutos la pena generalizada por a pérdida, apenas el martes pasado de un símbolo de todas las épocas de los Dodgers: Fernando Valenzuela, objeto hoy, de un gran homenaje en esta que fue su casa.
AL REVÉS, DESDE EL CIELO, HACIA EL CAMPO
Con su esposa e hijos en el campo, Valenzuela, seguramente viendo desde el cielo hacia abajo y ya no desde el montículo hacia el cielo, habrá agradecido el gesto de más de 50 mil personas.
La participación de Freeman estaba en ascuas, debido a su estado físico, pero con su batazo, cimbró al estadio que no albergaba el “Clásico de Otoño” desde 1988, aunque los Dodgers ganaron el de 2020, pero jugando en la burbuja del estadio de Arlington Texas, por la pandemia de aquél año.
Aunque el gran ambiente generado por las 52 mil 394 personas que colmaron el Dodger Stadium se mantuvo desde el inicio y estalló con el espectacular final, la jornada fue agridulce por la despedida de una leyenda.
Gerrit Cole superó por poco en el duelo monticular a Jack Flaherty, ambos lanzadores entregados a su causa tras ser aficionados de sus respectivos equipos desde que jugaban en las ligas infantiles de Estados Unidos.
Cole fue apenas mejor lanzando 6.0 innings con pelota de una carrera y cuatro hits, uno menos que Flaherty, pero el mismo que estaba condenando al pitcher de los Dodgers a su tercera derrota esta postemporada.
Ello, hasta que el juego se empató en la octava entrada con un elevado de sacrificio de Mookie Betts, tras lo que vino todo el espectáculo posterior.
Así, le dio la vuelta a la pizarra en favor de los Yanquis en el sexto episodio. Aunque los neoyorquinos tomaron la ventaja en el noveno inning tras dos robos de base de Jazz Chisholm Jr., los Dodgers lograron llenar la casa ante Nestor Cortés, el lanzador cubano que también estaba en duda para los Bombarderos del Bronx por molestias físicas sufridas semanas atrás.
Y luego, vino el batazo que hará bailar a todo Los Angeles por esta noche, en la que los Dodgers trajeron de nuevo la serie Mundial, y despidieron a quien fue un antes y después de la franquicia.